Hoy en día, en muchas terapias más o menos alternativas se insiste en disolver el sentido de la culpa. Su presupuesto es que no hay propiamente culpa, sino un sentimiento de culpa que deberíamos, en la medida de lo posible, racionalizar. Y, ciertamente, hay sentimientos de culpa que sería mejor diluir. Son aquellos que, por lo común, tienen que ver con la dificultad narcisista de aceptar la mancha —la tara—que va con nosotros. Pero no todo sentimiento de culpa responde a los devaneos de Narciso. De hecho, el dar por sentado que el sentimiento de culpa es de por sí ilegítimo, quizá tenga que ver con las dificultades contemporáneas a la hora de lidiar con la alteridad. Pues para nosotros, en tanto que modernos, el dato inicial no es en modo alguno el otro como otro, sino nuestra representación del otro. La culpa genuina, a diferencia…
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