Naturaleza y valor

No hay comentarios

De niña, me parecía inconcebible que una grafía como la i, cuya naturaleza era llevar un punto, pudiera perder su idiosincrasia para adoptar un acento que no le era propio. Quizás percibía las cosas como entes con una categoría ontológica no menos respetable que la nuestra, y esta equiparación de todo cuanto me rodeaba me llevaba a tener una imagen idílica, pero falseada –casi como de cuento de hadas donde hasta los zapatos hablan-

Con los años fui percibiendo que todo adquiría valor en relación a los humanos y que como “cosas” al servicio de este no contaban de por sí ni con carácter ontológico, o uno muy inferior al nuestro.

Así, nunca en estos términos obviamente pero sí con estos pensamientos, entendí que lo ontológico era una cuestión siempre axiológica, se reconociera como tal o no. Los devaneos sobre el ser, la nada, lo ente fluctuaban entorno al valor que en última instancia va a otorgarse al ser humano y no al revés, se presente como se presente la argumentación.

Lo que más pánico despertó en mí este descubrimiento, a parte de mi perenne pena por la desnaturalización de la i, fue pensar que los humanos acabaríamos siendo exigidos a cumplir algún ideal que se impusiera y también perderíamos nuestra idiosincrasia. Seríamos eternas grafías expuestas a nuestros propios devaneos.

Deja un comentario