Restamos licuados por acontecimientos que sobrepasan nuestra resistencia a devenir entes en estado líquido; por ello nos desustanciamos, fragilizamos ante el reto de vivir y nos aferramos a banalidades sustitutivas, que parecen proporcionar esos anclajes que como entes licuados hemos perdido. Pero, como lo falaz es siempre superfluo, fluctuamos con tal intensidad que adquirimos conciencia de nuestra levedad y vacío. A partir de aquí, o nos desparramamos para aglutinar el coraje suficiente que exige la solidificación, o como mucho alcanzaremos un estado gaseoso y ambivalente nada pertinente.
Licuados
Publicado por Ana de Lacalle
Escritora alacallefilosofiadelreconocimiento.com Ver todas las entradas de Ana de Lacalle
