Hay enfermedades crónicas que son cruces pero en absoluto salvíficas. Antes, suponen limitaciones severas en la vida de los que las padecen y el efecto sobre la forma de mirar el mundo no puede compensar el dolor que les causan. Así, nadie elegiría la enfermedad a cambio de su transformación espiritual. Cualquiera, si pudiese, retrocedería a tiempos anteriores en que, pobres de valores, disfrutaban de una salud envidiable. Por ello, no salva lo que hunde en la miseria sino que nos convierte en supervivientes malheridos.
Enfermedad
Publicado por Ana de Lacalle
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