El escrito que aparece a continuación está datado en el año 2016. Sin embargo, siempre que vuelvo azarosamente a verme arropada por un nuevo y antiguo sauce llorón despierta en mi una serie de emociones que se mantienen en el tiempo. Es, sin duda, mi árbol. Posteriormente, publiqué otro escrito que podéis consultar, al volverme a sentirme ensombrecida por un nuevo y antiquísimo sauce.
Al sauce llorón, siempre coincidente, cuyas ramas son lágrimas propias y apropiadas, ante el que nadie se turba ni se cuestiona su llanto. Su naturaleza es ser exuberante en su forma de amplio llanto caído y marchitarse con las últimas lágrimas.
¿Quién pudiera llorar todo lo que debe ser llorado para ser definitivamente reparado? Devenir un sauce llorón para despejar turbulencias ajenas ante el anhelado llanto.
