Irradiamos porosamente nuestras emociones sin resquicios, aunque pretendamos, por un acto de voluntad, aparentar actitudes opuestas. La actitud está traspasada por los sentimientos y se expande espontáneamente si no estamos vigilantes y alertas de nosotros mismos. Las razones por las cuales nos sentimos exigidos a ocultarnos son diversas. Tendré en cuenta dos: la que se
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La ternura es una emoción bien escasa en un mundo colmado de crueldad e insensibilidad, necesarias ambas para resistir a las contingencias ruinosas que suelen esparcirse por doquier. Pero, por fortuna, esos ínfimos, microsespacios en los que nos vemos atrapados por esa terneza vivificante, son reductos privilegiados que perdurarán en nuestra memoria emocional como un
Protegemos al otro inoculándole una dicha artera, persuadidos de que la sustentaremos fielmente, sin apercibirnos de cómo se filtran por los poros los sentires genuinos. Y así, vagamos sin mostrar indicio alguno de ese vadeo absurdo que nos reviste; ingenuos, cándidos y crédulos de nuestra capacidad de impostar. Hasta que, acaecida una noche, supuran las
Se nos resiste el lenguaje porque se nos resiste el pensar; o, para ser más precisos, rehúsa el sentir esa restricción encorsetada en conceptos que impone nuestra estructura lingüístico-racional, y palpamos la impotencia del decir, la imposibilidad de liberar emociones expresadas de tal forma que puedan ser resentidas por otros. Porque la auténtica comprensión se
El debate, abierto hace ya tiempo, respecto a cómo iban a transformar las redes sociales las formas de vinculación directa y en vivo entre los individuos va despuntando horizontes que no coinciden exactamente con las prospecciones de las que se había alertado. Parece ser que la sociedad basada en el hiperconsumo, junto con la extensión
Todos sufrimos a lo largo de nuestra vida situaciones perturbadoras que dejan un rastro de intensidad variable en unos y otros individuos. En cualquier caso, lo que no resulta nunca benéfico es quedarse agazapado bajo el manto del posible trauma. Lo que no puede ser olvidado, ni se olvida, ni tal vez deba hacerse, pero
La infancia permanece en un lugar recóndito de nuestro interior formateada como un conjunto de emociones que remiten a supuestos hechos de los que, en realidad, recordamos los que constituye nuestra experiencia básica. Para algunos, es un paraíso perdido ornamentado de fantasías, que genera añoranza y melancolía por lo idílico dejado atrás. Para otros, sin
La comunicación no verbal trasluce principalmente estados emocionales, sentimientos, que suscita la presencia y la interacción con el otro. Constituye el contenido latente de nuestro lenguaje, algo que se asemeja a esa sentencia que, posteada en este blog, afirma que el gesto espontáneo que brota de la voluntad oprimida –de lo que por decoro verbalizamos-
Serpentean las horas con sigilo y en cada movimiento sinuoso se desvela un torrente emocional dispar, paradójico y delirante, que rebusca un lugar en el que explosionar sin que se generen daños colaterales.
No todo lo que puede ser dicho debe decirse, porque no hay “verdad” despojada de emociones, ni “hechos” que por sí mismos den cuenta de lo significativo. A causa de la incontinencia verbal, se pueden generar falacias y distorsiones que para nada se ajusten a lo acontecido.