LA DECLARACIÓN “UNIVERSAL” DE LOS “DERECHOS HUMANOS”: El fracaso de Occidente.

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El próximos diez de diciembre se conmemoran sesenta y cinco años de la utópica declaración de intenciones, consecuencia de las atrocidades de la segunda guerra mundial.

Huelga decir que su pretensión de “universalidad” vuelve a ser un imperativo cultural y moral de occidente hacia otras culturas, aunque “de facto” participasen países de diferentes latitudes.[1] Para más “inri” los derechos reconocidos como inalienables no se han respetado ni se respetan en la misma cultura occidental.

Se entiende que tras la mayor catástrofe que se conocía en la historia hubiese una exigencia latente para los países líderes de consensuar un documento que fuese reconocido por la gran mayoría de estados. Sin embargo, desde una reacción de vergüenza se redactó un documento que no se respeta, y que de facto no tiene, en contra de lo que se pretendía, ningún valor jurídico.

Sabemos que en la actualidad se exige su aplicación a determinados países, según los intereses económicos que hay en juego, y que los que se erigen como jueces legitimados para exigir deberían revisar su “casa” por dentro y garantizar que se respeten dentro de sus propias fronteras.

La Carta de DDHH se ha convertido en el espejo de la vergüenza, entelado de distorsiones a falta de que alguien se mire honestamente. Si repasáramos los artículos uno por uno, constataríamos que lejos estamos de ese desiderátum y cómo, de facto, es un elemento cosmético que a nadie interesa aplicarse con profundidad. Como ejemplo, fijémonos en el punto 1 del artículo 25:

“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”

En España, al menos, nos encontramos en una situación en la que el trabajo no garantiza las condiciones de vida digna. Entre las carencias más recurrentes está el acceso a la vivienda y a los suministros básicos de luz, agua y gas para que se puedan satisfacerse las necesidades básicas. Es decir, el neoliberalismo lucha por reducir las prestaciones sociales, privatizar el acceso a cualquier bien y por lo tanto menoscabar el Estado del Bienestar implícito en la DDHH.

Lo más grave, y ahí está el gran fracaso de la susodicha declaración, es que, si la Carta fue resultado de un genocidio, tras ella se han vuelto a cometer genocidios que han quedado en la mayoría de los casos impunes – Ruanda, Camboya, en el siglo XXI: yazidíes y rohingyas[2], y podríamos preguntarnos qué está sucediendo en Gaza -.

En conclusión, la Carta de los DDHH ha sido prácticamente desde el inicio un papel mojado que intentaba acallar conciencias, y el gran escaparate donde se expone, no a todos los países que violan los derechos humanos, sino a aquellos que conviene porque en su nombre van a realizarse posteriormente acciones que quedan legitimadas -ya sean sanciones económicas, bélicas, …-

Si honestamente, todos los países se miraran en el espejo de lo que deberían garantizar, todos quedarían reflejados como infractores de unos derechos que en la verborrea habitual se usan hasta la saciedad. Pero vaya, eso ya lo sabemos todos.


[1] La Comisión se reunió por primera vez en 1947. En sus memorias, Eleanor Roosevelt recuerda:El Dr. Chang era un pluralista y mantenía de una manera encantadora que existía más de un tipo de realidad concluyente. La Declaración, decía, debería reflejar ideas que no se identificaran únicamente con el pensamiento occidental y el Dr. Humphrey tendría que saber aplicar un criterio ecléctico. Su comentario, aunque dirigido al Dr. Humprhey, en realidad estaba dirigido al Dr. Malik, quien no tardó en replicar explicando detenidamente la filosofía de Tomás de Aquino. El Dr. Humphrey se sumó con entusiasmo al debate, y recuerdo que en un momento dado el Dr. Chang sugirió que tal vez convendría que la Secretaría dedicara algunos meses a estudiar ¡los fundamentos del confucianismo!

[2] Fuente: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/que-es-un-genocidio/

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