Aquí ¿Quién educa?

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Ha llamado mi atención, en negativo, que las Asociaciones de padres hayan, en general, guardado un silencio atronador ante los resultados obtenidos por sus hijos -recordemos que, a mi juicio, son antes que nada sus hijos y responsables de su educación- en las ya conocidisimas pruebas PISA. En especial en Catalunya, cuyo gobierno ha creado un comité de expertos -me da pánico- compuesto por cargos y me parece que ningún profesor de a pie, para tomar medidas urgentes ante la debacle de la situación.

La experiencia docente me induce a sospechar que a los padres les conviene que sus hijos aprueben, sin demasiados problemas, aunque poco se preocupan de si aprenden. Así, les es indiferente que se vayan parcheando sistemas educativos que no acaban de funcionar o que se produzca un giro de noventa grados, priorizando los denominados trabajos colaborativos, el aprendizaje por pares, el uso excesivo de las TIC -cuando fuera de la escuela son ya unos expertos- y un trabajo transversal por competencias, que se asemejan más a un decálogo ético, que a auténticas competencias matemáticas, lingüísticas,…El conocido y experto -aunque no está en el comité- Gregorio Luri se hizo eco en Twitter  de las competencias básicas de las matemáticas en 4º de la ESO, tras lo cual, días después se preguntaba ¿cómo puede ser que se trabaje por competencias -en lugar de contenidos- y nuestros alumnos sean de lo más incompetente.

Las medidas urgentes que quieren tomarse mencionan demasiadas veces la necesidad de saber “qué hace el profesor en el aula cuando cierra la puerta”. Personalmente me parece un insulto, porque habría que ver qué hacen ellos tras las puertas de sus despachos. Más aún cuando el profesorado lleva años obligado a implantar ese aprendizaje por competencias, potenciando los trabajos colaborativos, etc. sin que se le haya dado margen para evaluar y contrastar su experiencia con esa forma de enseñar. Es la denominada “Nueva pedagogía” que como muchos alertábamos está cayendo por su propio peso, o por su planteamiento errado. A los que, desde bien pronto, se mostraron contrarios a prácticas de esta innovadora forma de enseñar a aprender -de lo cual no tiene nada porque se había llevado a cabo en otros países, como Escocia, que ya la ha abandonado-, se los tildó de retrógradas, anclados en la enseñanza memorística, y toda una sarta de medio verdades/mentiras, deformadas con alevosía. Hoy, muchos de ellos están lamentándose, no alegrándose, de algo que advirtieron desde el principio y que estaba por muchas razones llamado al fracaso.[1]

En este marasmo de la comunidad educativa resulta chocante que los padres no han levantado apenas la voz, percibiendo que el sistema favorecía a los alumnos que o no estaban motivados para aprender, o que presentaban alguna dificultad de aprendizaje ya que los trabajos transversales por proyectos servían de para enmascarar el auténtico rendimiento de su hijo. Algo así como si lo que les importara es que obtuvieran el título, más que el hecho de que aprendieran a leer y escribir – ¡ojo, que no es una exageración, porque he sido testigo de cómo en un tribunal que evaluaba una tesis doctoral, se felicitaba a la alumna por haber redactado bien la tesis! Lo cual evidencia que inclusive el nivel de competencia lingüística es tan deficitario que ni los universitarios saben en general redactar correctamente-.

Personalmente, me he dedicado a la educación impartiendo la asignatura de Filosofía. Desde hace muchos años las dificultades que los alumnos mostraban en la comprensión lectora, vocabulario básico -no filosófico- y capacidad de escribir correctamente, han ido aumentando a pasos agigantados. El cambio que se produjo cuando se pasó del BUP/COU a la ESO/BACHILLERATO, fue cada curso espectacular. Los profesores de Filosofía mostrábamos, a menudo, nuestra dificultad para que los alumnos siguieran la materia con esas dificultades lecto-escritoras. De esta forma, la Filosofía, aunque a los alumnos mayoritariamente les gustaba, pasaba a ser un escollo mayor que las matemáticas. Y la clave era que nosotros trabajábamos con el lenguaje, y los matemáticos con otro lenguaje más críptico que tal vez asemejaban más al lenguaje informático.

Retomando el papel que han jugado y siguen jugando las familias, desearía recordar que el demoníaco “fracaso escolar” que puede tener muchas causas simultáneas, se puede fraguar también en el seno familiar y que la parte de responsabilidad que tienen las familias de no apabullar a sus hijos con actividades extraescolares y de crear unos hábitos de trabajo -que se verá reflejado en el futuro- y de esfuerzo debe ser asumida por éstas. Tal vez, con menos extras, les restaría tiempo lúdico del que también necesitan disfrutar.

Así que las familias que delegan la educación de sus hijos en la escuela es probable que contribuyan a los malos resultados de sus hijos. La escuela es un agente educativo que no puede ni debe sustituir a las familias en muchos ámbitos. La educación sexual, el respeto por la diversidad de géneros y las conductas de respeto hacia los otros son tarea primordial de las familias. ¿Cómo es posible que el bulín sea algo habitual y que los agresores sexuales sean ya niños de catorce años? El discurso predominante acude siempre a la escuela como vía para reconducir estas conductas. Sin embargo, esto es una trampa diría que neocapitalista: las familias parecen clientes que encargan a la escuela que eduquen a sus hijos, y ellos fundamentalmente se desentienden. ¿Acabarán exigiendo que los paran las profesoras y los inseminen los profesores?

La lamentable situación de la educación en Catalunya tiene muchas aristas, pero me temo que la primera medida que la Generalitat ha tomado es continuista de un error ya clásico:  los teóricos deciden el qué, y los que bregan cotidianamente y conocen de primera mano a los alumnos siguen no sin tener voz ni voto, pero teniendo un papel desproporcionado en relación con el número de integrantes del Comité[2]. Desconocemos los criterios por los cuales se ha elegido a estos docentes y no a otros, lo cual nos deja el interrogante de si son adeptos de la Nueva pedagogía o ponderan lo que hay de positivo en la diversidad de formas de enseñar, que debería dentro de unos márgenes respetarse, porque el profesor no es un robot, sino alguien con personalidad propia y, por ende, con una manera de entender el mundo y las interacciones. Empezamos algo mal.


[1] Recomiendo a quienes estén interesados en ello, acudan a libros publicados por Gregorio Luri, con el que coincido haciendo pleno, o de Alberto Royo, con el que no hago pleno, pero hace un análisis bastante parecido al de Luri.

[2] https://www.elnacional.cat/es/politica/educacio-propone-presidente-consejo-escolar-liderar-grupo-expertos-revertir-resultados_1141359_102.html

Plural: 3 comentarios en “Aquí ¿Quién educa?”

  1. ¿fracaso educativo? ¡Cómo es posible tamaña herejía! Recuerde mi estimada filósofa que la educación esta a cargo de San Narciso y sus huestes, la escuela es la guardería poir excelencia donde los «humanitos en proceso de formación» van a guardarse en lo que uno vive su vida…Por estos rumbos perdidos de Dios tiene tiempo que las competencias, nuafragaron y son solo una anécdota en la sucesión de pesadillas de los docentes de estás tierras….En esta ocasión debo darle la razón a mi otro Yo, sorry….besos al vacío desde el vacío

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