IMAGEN: Una representación del bloqueo del escritor por Leonid Pasternak (1862 – 1945)
Quien escribe pasa, en algún momento u otro, por el temido síndrome de la página en blanco, es decir, una especie de bloqueo o de falta de inspiración que le impide escribir, que se supone que es lo que le gusta y sabe hacer. Es un vértigo existencial, en cuanto quien lo padece siente que ya no es capaz de rasgar el papel de manera relevante.
Sin embargo, existe otra manera de enfrentarse y percibir esa página en blanco, que puede ayudar a liberarse de ese pánico, a saber, sentirla como un espejo, un reflejo de uno mismo abierto a todas las posibilidades. Deconstruido lo escrito hasta ese momento, construir nuevos mundos, experiencias, acontecimientos que poco importan si son reales, verosímiles o no, porque lo sean aparentemente o no, en última instancia constituyen un reflejo del interior del escritor: sus temores, sus inquietudes, su ira, su pasión, …
Veamos qué implica la experiencia de sentarse ante un papel que nos brinda la oportunidad de crear, expresar y manifestar lo que brota de nuestras entrañas, porque ese lujo constituye un acto de libertad; esa que, ciertamente, no poseemos tan nítidamente en la vida cotidiana. Por ejemplo, si ante alguien que mantiene una actitud de desprecio y abuso no soy capaz de reaccionar en la realidad, puedo llegar a casa, coger un papel -o el ordenador, como hacemos ya la mayoría- y descargar la rabia e impotencia que me ha generado la situación, reproduciendo la experiencia mediante un relato ficticio que contenga la experiencia nuclear de lo vivido. O replicarlo tal cual lo he sentido.
Es decir, quien escribe, y aquí cualquiera podemos hacerlo, no en un sentido profesional de considerarnos escritor, pero sí poseemos el derecho y la libertad de escupir la rabia o recrear la alegría en un papel en blanco, seamos mejores o peores escribiendo. La escritura tiene una función especular de la que cualquiera puede beneficiarse, sin pretensiones mayores. Suficientemente importante es que esta estrategia nos sirva de terapia para reconducir, reflexionar y situar en su punto adecuado lo que nos va sucediendo.
¿Qué le pasa pues a quien padece el síndrome de la página en blanco, siendo escritor? Tal vez, que la intensidad de lo que vive no le permite el sosiego de expresarse, o que abusó de la escritura y siente que no tiene nada que decir, por el momento. La escritura se nutre mucho de lecturas de otros -a ser posible, maestros del arte de escribir- y mucho de la propia vida, escribamos sobre lo que escribamos. Cuando sentimos el bloqueo que nos sitúa en el abismo no hemos perdido ninguna capacidad, sino que quizás necesitamos hacer experiencia de lo vivido, para con la estimulación de lecturas, resurja esa habilidad del decir por escrito.
Inclusive, deberíamos dar las gracias por sentirnos a veces en ese abismo, ya que evita que nos acabemos aburriendo de nosotros mismos, de lo que escribimos, y re-creemos aquello que sentimos digno de ser escrito.
