Las masacres de la historia: 11 de marzo de 2004, y más.

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Cada Estado tiene sus propias tragedias, aquellas que eleva como la herida incurable y mediante la que se vehiculan otras que nunca podrán ser pronunciadas. El once de marzo del 2004 tiene ya en la memoria colectiva española sangre a borbotones indiscriminada; víctimas, porque eran inocentes y ajenos a la política difamatoria del gobierno del narcisista Sr. Aznar respecto de las armas de destrucción masiva de Irak, y de otros destrozos y masacres que Occidente hubiese causado en los países del mundo árabe. Las víctimas eran inocentes, personas que iban a su lugar del trabajo y que no salieron vivas o quedaron mutiladas por las bombas explosionadas en los trenes.

Sin embargo, y teniendo en cuenta que también se han realizado actos para recordar a las víctimas del terrorismo de ETA, echo de menos una política decidida que recupere aún los cadáveres de las fosas del franquismo y que revele la magnitud de las atrocidades que se cometieron por ambos bandos. Muchos ciudadanos aún buscan a sus abuelos, antes hermanos e hijos, pero claro, el tiempo pasa y se convierte en el mejor antídoto contra ningún tipo de rebúsquela de huesos en proceso de fosilización. Una etapa oscura de la historia que no se acaba de desvelar. Aunque no es de extrañar porque aún estamos esperando que se desclasifique el expediente del fallido golpe de estado del 23F, en el que cada vez hay más sospechas de que el emérito jugó un papel bien distinto del que nos hicieron creer.

Todos tenemos “una historia oficial” -como el título de aquella película argentina de hace años sobre los hijos de los asesinados por Videla- que explica un pasado, que se convierte en el hilo conductor del presente y orienta el futuro. Solo nos resta romper de cuajo con estas versiones verdaderas para apercibirnos de que el maniqueísmo no es real y de que la historia se dice de muchas maneras. Y, por ende, no se puede imponer una única manera de explicar unos sucesos traumáticos porque fueron vividos y significados desde subjetividades diversas, o sea por individuos con contextos sociales, económicos y políticos bien diferentes que, por ende, tienen derecho a alzar la voz y decirlos desde su experiencia.

Personalmente tengo familia en Madrid y, en concreto un hermano que por entonces trabajaba de maquinista en la estación de Atocha, y otros familiares que usan cotidianamente el tren. Cómo se vivió la masacre de hace veinte años fue diferente si vivías en Madrid, o si estando lejos tenías a alguien justo en uno de los puntos donde las explosiones fueron más bestiales. La historia se dice de diferentes maneras, sin embargo, cuando cambia el rumbo de unas elecciones como ocurrió con las que debían celebrarse el catorce de marzo en España, y las cambia con radicalidad, manifestaciones y demandando la verdad de lo que se sabía a los que gobernaban, es que algo deleznable y evidente han hecho esos gobernantes: mentir descaradamente. Porque a ver, mentirnos lo hacen todos, en la medida en que solo explican de lo que hay la parte que les conviene para seguir en el poder, pero cuando se produce un giro tan inesperado es porque las mentiras son claras y nítidas, aunque el presidente del gobierno llamar a los medios de comunicaciones más importantes del país para dictar las portadas de los periódicos, y por supuesto de la televisión supuestamente pública. Algo torpes sí fueron, porque fuera de España todos atribuían, tras la reivindicación de Al Qaeda, el atentado a la organización terrorista islámica, en el interior del país como si estuviésemos en tiempos de Franco, el discurso oficial era otro. Ha sido ésta una de las mayores afrentas de un gobierno contra los ciudadanos, al menos que haya salido al descubierto.  

Y, en el olvido, quedan las víctimas que murieron y las que salieron vivas, pero con su vida destrozada, que como suele ocurrir se lamentan de no haber sido ayudadas como se requería. Estas, al igual que las de ETA, parecen tener algún derecho al respecto; las del franquismo fueron fulminadas, si se puede hacer dos veces, por un pacto de transición que amnistió cualquier modo delictivo del que pudiera quedar rastro, y por lo tanto de reparación a las víctimas, de búsqueda de los desaparecidos y de ningún tipo de consideración. Se gestó una transición democrática en la que se intentó olvidar que veníamos de una guerra y de una dictadura de cuarenta años. Solo quedaba el Valle de los Caídos, que hemos tardado cuarenta años más en ser capaces de dotarlo con un significado diferente y echar de ese mausoleo los restos de dos dictadores. Es que nos cuesta.

Escribir este texto con el trasfondo de la guerra en Ucrania y en Gaza me pone los pelos de punta. La historia se dice de muchas maneras, pero parece que las masacres y los genocidios son permanentes, que no queremos aprender de nada, porque silenciar a los muertos es la mejor manera de repetir innumerables veces los mismos crímenes con la misma impunidad -sobre todo en este caso la de Israel-

La canción siguiente se compuso en conmemoración de todas las víctimas del once de marzo. Escrita desde las entrañas de alguien que en su cotidianidad sintió como se le despedazaban los miembros.

Plural: 3 comentarios en “Las masacres de la historia: 11 de marzo de 2004, y más.”

  1. El terrorista suicida aniquila su propia vida, pero tiene el terrible privilegio de contemplar a los futuros muertos, a los soldados o -seamos francos- a los niños israelíes que disfrutan en una pizzería, las chicas que viajan en el autobús y que están a punto de ser eliminados de la faz de la tierra. Los israelíes y a la Casa Blanca intentaron mermar el elemento autodestructivo de los terroristas suicidas denominándolos, neciamente, «terroristas homicidas», lo cual resulta ridículo; todos los terroristas, suicidas o no, son homicidas. La diferencia es que el terrorista suicida no sólo se quita la vida – y con ello se convierte en «mártir» para los grupos palestinos, sino que además es un verdugo. Ve a los que están a punto de morir. Tiene en sus manos, aunque sea por breves instantes, la vida y la muerte de personas inocentes. Pulsar o no pulsar el botón es elección suya.
    La Gran guerra por la civilización. Robert Fisk, p. 403…así los atisbos del Abismo mi estimada filósofa….besos al vacío desde el vacío

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    1. La verdad es que el texto me desencaja, y hoy no es un buen día para leer historias parciales que reducen el terrorismo islámico a los palestinos más aún cuando sean tal vez los que estando ocupados y sometidos, se pueda entender que surjan grupos radicales como Hamás que no ven salida al conflicto porque al mundo no le interesa. La prueba fehaciente la hallamos si comparamos las sanciones impuestas a Rusia con las inexistentes a Israel. Esto hace mucho que dejó de ser una guerra contra Hamás y se convirtió en un genocido. Perpetrado por las generaciones que vivieron el Holocausto… Imcomprensible

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      1. Las víctimas de ayer, son los verdugos del mañana…sorry mi estimada filósofa, pero suele suceder…Israel seguirá con su guerra mientras EU lo siga dotando de armas…así ha sido…estar en contra de las acciones de Israel no es es antisemita…siguen explotando el ser «víctimas»….así es el abismo…

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