Los que dilucidamos sobre qué es lo real nos complicamos excesivamente el asunto por la deuda cultural con una racionalidad que hoy está en crisis. Me refiero a esa razón que se cree capaz de dar cuenta de todo, antes o después, y que se ve torpedeada por la no-racionalidad del fluir de un mundo, en el que lo real es lo en-carnado o hecho materialidad.
La Filosofía Occidental ha recorrido los recovecos más insospechados en la búsqueda de explicaciones totalizadoras, para recabar en la multiplicidad de singularidades que si pueden ser consideradas en algo partícipes de algo universal es su corporeidad. Y es esta misma la que imposibilita cualquier relato homogeneizador que anule las peculiaridades de lo diverso real e inagotable mediante discursos.
Dicho en términos mundanos: hay lo que experimento, siento, toco, me afecta, me palpa, me empuja…y desde este realismo simple quizás no alcancemos a construir grandes relatos explicativos, pero superamos el riesgo de que el relato pase de ser la explicación al factor constitutivo de lo que para nosotros es lo real, lo cual nos aleja de nosotros y de los otros.
Tras los cuentos, el arte en general somos capaces de percibir matices inefables y que, de facto, operan incisivamente en cuanto hay de real-material-corpóreo.
Simplificando aún más, y asumiendo la dificultad del lenguaje escrito: lo real es cómo me las arreglo con mi cuerpo, mis dolores, mis goces en correlación y reciprocidad con los otros. Y aquí, hay una exigencia sin la que esto no es posible, y es el respeto y el no juzgar las manifestaciones corporales del otro, ni en sus gestos, sus palabras…teniendo presente que la reciprocidad de unos con otros no es de todos con todos[1], sino de aquellos con los que sentimos y gestamos vínculos en sus diferentes intensidades. Con los otros que no puedo vincularme, distancia, pero siempre respeto para que cada uno halle su lugar.
[1] No puedo sostener el principio cristiano de amar al prójimo como a ti mismo. Obviamente hay a quien no podré amar nunca, porque somos humanos, terriblemente humanos.

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