Soy una hiedra ascendiendo por la verticalidad de lo que aún se sostiene, con la ingenuidad de quien considera que, cumplido su cometido, todo estará justamente equilibrado. Hiedra, entremezclada de pasiones y prudencias, elevándose para satisfacer los designios de su naturaleza: oscilar ondulante entre lo emotivo y lo racional par no ser arrastrada en direcciones equívocas. Hiedra, fusión de paradojas simbólicas que convergen en el cumplimiento del destino, y que solo agazapada al poste, árbol, palo contribuye al mantenimiento del fluir sosegado de las cosas. Hiedra que desea no caer desenredada, dejando de ser lo que es, porque solo el dinamismo confiere vivacidad a cuanto hay, y a cuanto deseamos que haya.
HIEDRA
Publicado por Ana de Lacalle
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