Autismo: una condición considerada patológica.

Ayer fue el día internacional del autismo, aunque de facto, las jornadas de concienciación y conocimiento de esta condición se alargan todo el mes de abril.

Popularmente, se tiene la visión de que un autista es una persona replegada en su mundo, sin capacidad de comunicación y con discapacidad intelectual. Digamos que la actualización de lo que se sabe sobre el autismo, desde que se diera el primer diagnóstico, que lo consideraba una enfermedad fruto de una mala vinculación con la madre, no se ha divulgado suficientemente y el conocimiento que tiene la sociedad de esta condición es más que deficiente. Cuestión que perjudica tanto a los autistas como a sus familias. El abordaje que de la cuestión hace Isabel Paula -coordinadora de posgrado de autismo en la UB- mediante sus tres libros “Ansiedad en el autismo”, “La autolesión en el autismo” y el de reciente publicación “El trauma complejo en el Autismo”, amplia la perspectiva desde la cual podemos entender mejor lo que hoy -siendo conscientes de la amplia gama que incluye el autismo- se denomina TEA -trastorno del espectro autista-.

Prosiguiendo con el camino que nos abren las investigaciones de Isabel Paula, podemos entender que el autismo NO es una enfermedad, sino una CONDICIÓN, es decir un conjunto de características diversas y comunes que responden a un funcionamiento diferente del cerebro -ni mejor, ni peor que el de los neurotípicos- que dota a los individuos de una sensibilidad alta, tanto emocional como sensitiva -su percepción de los estímulos externos son mucho más intensos por lo que a veces les resultan muy perturbadores-ciertas dificultades motrices, una dificultades en la sociabilidad que puede estar relacionada con ese funcionamiento peculiar del cerebro -no se sienten entendidos, se perciben diferentes- y diferencias que van desde la discapacidad intelectual hasta las altas capacidades. Este espectro amplio de lo que se considera la condición autista hace que cotidianamente convivamos con personas autistas que desconocemos que lo son, y que ni de lejos se asemejan al prototipo anclado en el pasado, por lo que no facilita la vida de estas personas.

Vivimos en una cultura que se ha desarrollado en base a la homogeneización de los individuos mediante una normativización que diferencia lo normal de lo desviado o patológico. La primera función que cumple esta indiferenciación de unos y otros es una capacidad del sistema de dominarnos a todos, porque somos nosotros mismos los que excluimos a los distintos, sean las razones que sean las que los dejan fuera de lo normativo. Esta hegemonía de un prototipo de humano se ha impuesto como lo válido, lo normal y lo deseable, y se ha descartado durante muchos siglos que alguien pueda ser humano sin cumplir estos patrones impuestos. Hablar de la condición autista es romper una lanza por la neurodivergencia e intentar que se entienda y se asuma que las formas de ser humano son múltiples -han sido aceptadas legalmente formas de diversidad sexual, sin embargo, aún esperamos que se reconozcan formas propias, únicas y no normativas de ser un individuo humano más allá de la sexualidad.

Para aquellos que estáis interesados en el tema os recomiendo que consultéis los textos de Isabel Paula que son accesibles aunque uno no sea psicólogo, ni psiquiatra ni esté avezado en el tema. Son una guía que va intensificándose y que ayudan a entender con suma claridad la tesis en la que insiste la autora a lo largo de sus obras: el autismo es una condición, no una enfermedad.

Dra. Isabel Paula. Universidad de Barcelona. Potgrado sobre el autismo. Publicados por Alianza Editorial