Ayer la Compañía de Jesús hizo una rueda de prensa sobre los abusos sexuales cometidos por jesuitas -y laicos- en las escuelas, en referencia un exhaustivo informe del que solo proporcionaron trece páginas, según fuentes periodísticas. La primera decepción es que el informe no ha sido realmente público. No se ha proporcionado en su totalidad a nadie ajeno, a pesar de que en él ha trabajado todo un gabinete de abogados como es el de Roca Junyent que, contradiciendo las declaraciones del delegado del Provincial en Catalunya, Pau Vidal, aseguran que no hubo encubrimiento, sino mala gestión de los casos. La segunda, y no por ello menos grave, es que las víctimas que se personaron para escuchar la rueda de prensa vieron cómo se les daba con la puerta en las narices. Como declaraba Jordi Mata, una de las víctimas que aparece en el documental duro y espeluznante “La Fugida” emitido en la Televisión de Catalunya, y del que di cuenta en este blog, “Dicen que quieren poner a las víctimas en el centro, sí en el centro de la calle”. Se volvieron, nuevamente, a sentir silenciadas, ninguneadas y evitando sobre todo intervenciones imprevistas que dejaran a la congregación con una imagen muy perjudicada.
Personalmente, solo veo miedo por parte de los jesuitas, a veces prepotencia, pero en ningún caso una auténtica voluntad de afrontar cara a cara todo lo sucedido y lo que pueda seguir apareciendo.
Cuantos hemos trabajado en las escuelas, en las que sigue imperando un silencio atronador, al menos en Sant Ignasi donde ni tan solo se ha reunido al claustro de profesores – la mayoría de ellos ajenos a los años en los que se han destapado abusos- para dar cuenta, clarificar y ver cómo se trabajan las inquietudes que puedan surgir por parte del alumnado, nos sentimos engañados, utilizados y también queremos acceder a ese informe de supuesta transparencia. Creo que, tras convivir en algunos casos con los abusadores, y no tener ni idea -lo reitero, al menos en mi caso hasta la saciedad- tenemos derecho a que nuestra dignidad como educadores sea reparada. Después de todo, los primeros que interactúan con los alumnos y en algunos casos familias, son los educadores, y los que actualmente trabajan en el centro creo que deberían saber qué está pasando.
Sé que para muchos de los que me leéis esta cuestión os puede resultar lejana. Para que os podáis hacer cargo utilizaré un símil. Es como si tú dedicas tu vida profesional y vocacional a un fin que te parece digno y descubres que has acabado siendo una herramienta de un sistema corrupto que contaba con propietarios que actuaban reiteradamente obstaculizando la consecución de ese propósito digno; y tú, una pieza más del engranaje, te ves envuelto en una trama de delitos graves sistemáticamente silenciados, encubiertos y actuando con los medios que hiciesen falta para que eso no saliera a la luz. Sientes, que tú sin saberlo, has traicionado la consecución de ese fin que parecía merecer toda tu dedicación, con una hipocresía y falta de conciencia moral inconcebible.
Las primeras personas que reparar y dar cuenta de todo son las víctimas, eso no cabe duda. Después los efectos colaterales creo que también merecen explicaciones, aunque visto lo visto, si las víctimas siguen siendo ninguneadas, qué cabe esperar para los que podemos considerarnos daños colaterales.
Que los jesuitas no sean capaces -apoyándose unos en los otros- de afrontar un encuentro colectivo, en el que por primera vez en su vida se sientan las víctimas arropadas por otras víctimas, resulta un síntoma de cobardía institucional, o una hipocresía incrustada que sigue velando por no manchar la imagen de la congregación como prioridad absoluta. Para muestra, adjunto la homilía que Alexis Bueno S.J. dio el 24 de junio en la iglesia del colegio de Caspe, unos días después de que se emitiera el documental “La Fugida”[1]– que os animo a ver acompañados, es durísimo, para que la sociedad entera tome conciencia de la gravedad de lo que se está destapando de los Jesuitas y que antes fueron otras congregaciones, así como la iglesia diocesana. El papa como jesuita debería intervenir con contundencia, él sabrá, ya que habiendo sido un cargo eclesial antes de su papado no puedo dudar de que estaba al tanto de la red de pederastia que se llegó a organizar -quizás sin voluntad inicial de que eso fuese así, acabó siéndolo.
[1] https://filosofiadelreconocimiento.com/2024/06/19/documental-la-fugida-abusos-sexuales-de-jesuitas-en-barcelona-y-bolivia/
HOMILÍA DE ALEXIS BUENO, ….sobre los enemigos de los jesuitas que parecen las víctimas por ese «mal que no supieron ver»

Muy buena entrada, Ana. Es un caso grave de lo que estamos viendo desde hace tiempo dentro de la Iglesia Católica (no se si en otras religiones y confesiones también), una muestra más de que las situaciones y comunidades cerradas, de «secreto» (todo debe quedar dentro) y de poder, fomentan los abusos sexuales y sobre las conciencias personales gratuitos. Una verdadera lástima.
Un abrazo.
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Gracias… Sí doloroso…
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El mundo no es más que el infierno, y los hombres son, por un lado, las almas atormentadas, y por otro, los demonios. p. 115, Parábolas y aforismos, Arthur Schopenhauer…Estimada filósofa, lamentablemente el aceptar la culpa y prevenir abusos no es propio de la Iglesia ( de ninguna Iglesia). Así que no resta sino enseñar a los niños, niñas a cuidarse de los depredadores con sotana y sus cómplices divinos…
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