Balanceo existencial.

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Balancearse es oscilar horizontalmente de un lado a otro: del costado derecho al izquierdo, armónicamente, sin sobresaltos. De ahí que el balanceo ejerza un efecto tranquilizador.  Suele estar presente en el autismo como forma de autorregulación emocional.

No parece que la existencia sea, entonces, un balanceo entre el dolor y lo placentero, ya que si algo la caracteriza es la intensidad y desarmonía de los abruptos movimientos. Los humanos somos seres bien raros ya que nuestras fluctuaciones no responden, únicamente, a los súbitos altibajos exteriores, sino, a menudo, de nuestra desarmonía interior. Inclusive, suele perturbarnos más lo que se desajusta en nuestros pensamientos, sentimientos y pasiones que lo que procede de fuera.

Así, un aprendizaje fundamental que no siempre adquirimos consiste en aprender a metabolizar lo exterior, porque eso es indicio de que nuestras creencias, sentires y deseos se hallan en un equilibrio suficiente como para integrar lo que nos sobreviene y recuperar cierto umbral de equilibrio. No es propio, diría yo, aspirar a una armonía imperturbable porque eso sería la manifestación de que no estamos viviendo en profundidad. La vida trae consigo alteración, convulsión para el disfrute o el dolor, pero sea como sea es la única manera de sentir netamente cómo es lo humano.

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