El abandono, el rechazo y el menosprecio pueden ser sucesos concretos comprobables, y por ende terribles. Pero la dificultad también se halla en que, aun cuando estos no fueron ostensiblemente nítidos, generaron en el niño esos sentimientos que se incrustaron en su interior deteriorando su confianza básica. Difícilmente esas emociones no se repetirán como ecos
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Manejamos sentires distintos en un tiempo común y esa coincidencia desajustada eleva murallas de incomprensión, gestando, a su vez, una distancia inmensurable que nos aboca a una divergencia arriesgada. Será que el trato con los otros evidencia los límites infranqueables de cada sujeto.
Sucumbimos a la impronta de nuestras emociones y, al hacerlo, regresamos a la transparencia de la infancia, aunque la adultez no se avenga por compostura social a tal espontaneidad superlativa. Por ello, y para no ser unos inadaptados, nos apresuramos a plegarnos al postureo que exige nuestra “madurez” cediendo al raciocinio el mando de lo
Asemejamos la manifestación de emociones a una humillación de nuestra dignidad que nos pervierte, desnudando la intimidad donde se halla rebujada esa fragilidad despreciada. Y una vez trasparentado quién somos, resulta una quimera la restitución de nuestra persona, no tan solo a la vista ajena, sino a la mirada propia.
La eclosión, siempre abrupta y repentina, de sentimientos encontrados, que, además, no se ajustan a los patrones morales interiorizados, desata perturbaciones y culpa. Lejos de doblegarse a esos efectos inmediatos, el sujeto debería –por su bien- indagar las raíces de esas emociones para su auto-comprensión y, más importante, su trato justo. Porque sentimos sin
El término “vicio” se ha asociado a prácticas reprobables moralmente, que con el tiempo se han considerado patologías, como son el caso del alcoholismo, la drogadicción y la ludopatía. Este enjuiciamiento moral se producía en una sociedad organizada de forma tradicional y en base a un patrón religioso que regulaba la conducta social con normas
Cuando un pueblo deja de pensar y se entrega de forma expansiva al sentir, no hay despropósito ni incongruencia de sus líderes que los despierte del sueño del deseo infinito.