Añoranza de lo esperpéntico.

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Si hay algo terriblemente preocupante, en cuanto al espectáculo que estamos presenciando por parte de algunos líderes mundiales -políticos y multimillonarios- es que, aunque aparente ser esperpéntico, no lo es. No nos hallamos ante la representación de una realidad deformada para evidenciar su absurdo, es que es la realidad, en su materialidad inmediata, la que estamos presenciando y en la que nos hallamos inmersos. Lo que le sirvió al gran Valle Inclán ya no es posible usarlo, porque se ha fusionado lo metafórico con lo representado, o, dicho en otras palabras, ya no es posible una metáfora hiperbólica para referirnos a la realidad porque ella, en cuanto tal, es ese esperpento que, el dramaturgo y novelista español creyó irreal y, por ende, un símbolo para la crítica social.

La cacareada posverdad, sobre la que no atinamos a atribuir el riesgo y las consecuencias que conllevaba, se ha impuesto como la forma de decir y crear el mundo, falseándolo a voluntad, pero -y esto es crucial- ese falseamiento deja de serlo cuando se convierte en el relato impuesto y, por el poder del lenguaje, en lo que hay para cualquier sujeto.  

Las apariciones de Trump, Musk, Putin que no se atienen a ninguna convención de convivencia internacional han dejado de ser imposturas para ser lo que hay, y prueba de ello son las acciones que llevan a cabo tras sus comparecencias. Lo que antes dudábamos si eran capaces de hacer, ya no constituye ninguna incógnita; es muy posible que lo que digan, lo hagan, y aquí topamos con el punto de inflexión en el que ya no hay esperpento, porque éste es la realidad inmediata.

Valle Inclán se hubiese quedado mudo. Nosotros no podemos permitirnos ese silencio, sino que aunque seamos los “últimos mohicanos”, los que creamos que este giro que ha pulverizado todo límite, eliminando lo absurdo, debemos seguir denunciando que abusar de los que son más débiles porque disponen de menos riqueza -a menudo expoliados por los fuertes- no es admisible, expulsar a todo un pueblo, como el palestino, de sus tierras a base de bombardeos, jactándose de que esas tierras se reconstruirán y se convertirán en un resort de vacaciones es deleznable,…en síntesis, si el referente para discernir qué es admisible o no es lo humano, hay muchas acciones que no pueden permitirse y que, al menos, los ciudadanos y los políticos honestos debemos clamar a los cuatro vientos que esas jactancias y acciones deben ser rechazadas y debemos buscar mecanismos para que nuestro grito les perjudique, porque sus criterios están claros: reacciono si me afecta económicamente.

Todos estamos siendo tratados por una élite con mucho poder como cosas intercambiables, sin más valor que el mero intercambio. En unos casos la atrocidad es más hiriente, en otros menos, pero o reaccionamos antes de que sea tarde o no habrá manera de detener este tsunami que nos amenaza con la extinción de aquello que dignifica al humano, inclusive, a medio plazo, con el humano mismo.

Paradójicamente, y siguiendo casi el tipo de lógica que mueve a estas élites, el poder depende de la cantidad, y en nuestro caso de la cantidad de individuos capaces y dispuestos a frenar esta barbarie que está en el horizonte. Somos muchos, y acciones conjuntas pueden tener mucho poder, solo falta creérnoslo. Si todos los trabajadores de un estado hacen huelga general, el estado se colapsa y la salud económica y el futuro están en riesgo. A veces sueño con que somos capaces de parar esta mierda de mundo, porque nos paramos nosotros los que, de facto, sostenemos el sistema económico por el que se lucran unos poco y, encima solo nos menosprecian. Seré una nostálgica de Martin Luther King, pero no puedo desalojar de mis noches ese sueño, ese día en el que convencidos de que juntos somos mucho más poderosos, paremos las guerras porque los que morimos somos los que no tenemos voz, deslegitimemos sus discursos, hundamos la economía porque los que no tienen ya están acostumbrados, y tomemos las calles festejando la necesaria construcción de una forma de vida alternativa.

Sí, sigo soñando, es la única manera que he encontrado de mitigar la rabia que me corroe.

Plural: 2 comentarios en “Añoranza de lo esperpéntico.”

  1. «En el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende».

    Yo, la verdad, hace tiempo que no creo en la colectividad; antes al contrario, desconfío de ella. Es tremendamente bastardeable y acomodable a tres o cuatro lugares comunes y frases hechas. Esas élites de las que hablas nos conocen demasiado bien. En nuestro país, en particular, tenemos esa indescriptible costumbre de cuidar bien de nuestros hijos de puta, antes de decírselo a la cara. Por aquello de que son nuestros, más que todo. Y es, me temo, lo que hay. La nueva política duró el tiempo que le llevó a sus protagonistas darse cuenta de que se medraba más con la vieja. Otro absurdo.

    Dije en su momento que esta década traería cambios masivos y cambios de poder – por pura geopolítica. Empezó (!) más o menos fuerte con el COVID. Ahora parece que volvemos a la política de bloques con Trump de maetro de ceremonías de la fiesta del esperpento (por ponerlo en tus palabras). Sin olvidar que lo elegieron, por una mayoría suficiente, sus votantes. Y ahí, amiga, volvemos a lo de la colectividad.

    Abrazo.

    Jorge

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    1. Sí, pero la masa no es un colectivo. Nos convierten en masa, números que no son nada, lo que nos queda es forjar desde abajo comunidades que den paso a colectivos. Aunque yo soy también muy exceptica. No voy a negarlo.

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