El resentimiento.

Un comentario

El resentimiento consiste en quedarse anclado en un sentir doloroso. No hablamos de “resentimiento” cuando nos referimos al goce continuo y repetitivo de alguna emoción o experiencia. Re-sentir es volver a sentir lo ya sentido, pero con la salvedad de que aquella emoción que vuelve, como un reflujo que nos amarga, es siempre de una mala experiencia.

Hay que considerar que el resentimiento es una reacción subjetiva y que no necesariamente está sustentada por alguna acción que otro haya llevado a cabo en contra del resentido. Bien puede ocurrir que emerja ese resentimiento sin que nada de lo acontecido haya tenido lugar por la voluntad de alguien que quería dañar a un determinado individuo. A pesar de esto, el sujeto siente un inmenso dolor como si una acción hubiese sido realiza contra él y el odio y la rabia le llevan a reaccionar contra su supuesto “malhechor”. Es cierto que también el resentimiento tiene su origen en el dolor que se ha infringido conscientemente a un sujeto, y la reacción puede ser diversa. Sin embargo, aquí nos interesa ese que surge de la nada, en el sentido de que el sujeto absorbe una acción contra él, sin que para nada haya sido realizada en este sentido.  Sería algo así como la negación de una afirmación autónoma.

Así, Nietzsche habló de la moral de los esclavos o del resentimiento porque entendía que ésta había surgido como una inversión de los valores de una moral más elevada, afirmativa de las cualidades de los más fuertes, como aquellos que actúan por sí mismos para afirmar sin condiciones la vida. Los esclavos, por su parte, o el rebaño, percibe que esa moral atenta contra ellos por que los menosprecia y reaccionan transformando lo débil, lo frágil como susceptible de ser valorado como más deseable, es decir lo bueno; y la moral contra la que reaccionan lo malo.

Sirva este inciso de la crítica nietzscheana de la moral occidental para ilustrar como, a veces, el resentimiento se convierte en envidia. Se odia aquello que nos supera, por el mero hecho de ser considerado mejor, sin tener en cuenta otra serie de contingencias que nos conducirían a no plantear la cuestión en estos términos antagónicos.

El sujeto se desliza entre contingencias diversas que le llevan a afrontarlas de la mejor manera que puede. En cuanto contingencias, son diversas y a cada uno le afectan las que, por otro lado, le sirven como plataforma sobre la que va produciéndose como sujeto, siempre cambiante. Visto así, calificar lo que uno produce en genérico no es indicativo de ningún tipo de valor. Es necesario considerar las circunstancias, la materialidad desde la que cada sujeto emerge para valorar su coraje, su fortaleza desde ahí.

No estamos ahora aplicando esta reflexión a la moral, como hizo Nietzsche, sino como una forma de entender que lo humano no es susceptible de ser calificado ni superior, ni inferior, y, en consecuencia, ese resentimiento que brota con fuerza desde el interior de algunos sujetos depende de cómo entienden lo humano.

Vivir instalado en el resentimiento empequeñece, y no ayuda ni a uno mismo ni a los otros. Bien distinto sería construir entre todos, cada uno desde su siendo, una com-unidad en la que cada uno pueda sentirse valorado desde sí mismo, con sus peculiaridades, diferencias, etc. Nos cuesta aceptar la diferencia porque podemos vivirla como una amenaza. Eso, sin embargo, no es solo un sentir social, sino que depende de cómo cada uno construye y elabora su propia noción de la diversidad que abarca lo humano y, por ello mismo, la riqueza de ser diferentes.  

Hay dirigentes políticos -que no necesito mencionar- que aplican discursos de odio para enfrentarnos a unos contra los otros. Deberíamos pararnos a pensar que si la estrategia de manipulación es esa es porque probablemente lo mejor para todos es lo contrario, y ese odio sembrado para que estalle solo beneficia a quienes expanden ese discurso. La mejor manera de contrarrestarlo es com-uniéndonos, en oposición a su deseo de enfrentarnos. ¡Qué se queden solos odiándose!

Singular: 1 comentario en “El resentimiento.”

  1. Hola Ana, me ha gustado leer este artículo tuyo, una de las ideas principales con las que me quedo es que instalarse en el resentimiento no es bueno ni para nosotros mismos, ni para los demás, es un sentimiento del que hay que deshacerse cuanto antes mejor.

    Un saludo.

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