por Atendiendo a los tópicos, alguien se puede imaginar un congreso de filosofía como una congregación de seres pensantes, que ensimismados en sus grandes elucubraciones, tiñen la sala y sus alrededores de absoluta seriedad y sobriedad.
Nada más lejos de lo que aconteció en el Congreso de la Red NosOtros al que tuve la suerte de asistir el primer día. Muy intenso en ponencias, diálogos y reflexiones desde la materialidad de lo que somos, fue también una celebración alegre, emotiva y en la que unos con los otros nos cuestionábamos y nos alentábamos a continuar con esa labor que cada uno lleva a cabo cotidianamente, y en la que todos de una manera u otra, en la educación, el activismo, la política, la creación artística, la poseía que revienta los estados de confort, luchamos por establecer redes o barcas en las que cada uno tenga su lugar en ele este mundo.
Conforme pasan las horas y los días la intensidad, la altura de miras y los análisis admirables de los ponentes, los diálogos que se establecen aumentan los decibelios intelectuales y por ello emocionales, con lo que los lazos y las sinergias que surgen entre todos nos lleva a seguir con más entusiasmo esa tarea como Red y en los lugares en los que cada uno se halla.
Así que huyamos siempre de los prototipos y los prejuicios populares, ya que el tono de un congreso no depende si la mayoría son filósofos o matemáticos, sino de la vida que exuda la epidermis, que a su vez depende de lo que late en los cuerpos de los asistentes al Congreso.
Agradecida por lo aprendido y por la experiencia.
FILOSOFIA DEL RECONOCIMIENTO 