¿Podemos decir: soy?

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La cuestión puede parecer un galimatías filosófico de alguien que no tiene nada más que hacer. Sin embargo, analizándolo con algo de detenimiento nos apercibiremos que el asunto tiene enjundia.

Aquello que decimos ser, se nos muestra ante nuestro propio asombro como dinámico. cambiante. Y es que la búsqueda se una identidad acabada sería como considerarnos “muertos” en un punto de nuestra existencia. Si el “soy” que enunciamos es lo que somos, debemos reconocer por introspección y relación con los otros que, siendo ajustado en un momento, no refleja ni la propia autopercepción ni la ajena. Y es que vivir, es ir siendo; sí en gerundio porque es algo que vamos gestando según nuestro estado emocional y los influjos del entorno. Un día nos percibimos como individuos con coraje, otros como cobardes y miedosos. En un momento consideramos que somos humildes y en otros nos descubrimos alardeando. A veces somos A, y otras B, C, D, …

El lenguaje es la condición de posibilidad del sujeto humano, pero a su vez nos enredamos en él, nos tiende trampas de las que no nos damos cuenta. Nos parece que somos los que decimos, aunque recurrentemente decimos lo que no somos, consciente o inconscientemente. Un decir lo que no somos que no consiste en negar aquello que nos es ajeno, sino en la convicción de que lo dicho es veraz, aunque no lo sea.

Así, no podemos prescindir del lenguaje, pero debemos tener conciencia de las limitaciones que éste tiene, ya que a menudo nos parece palpar algo inefable, y en esa negatividad del decir nos quedamos huérfanos también de nuestra posibilidad de decir “soy”.

Creo saber quién soy en este instante, pero no puedo prever quién seré en el instante siguiente, ya que los acontecimientos pueden provocar que surja en mí algo que desconocía.

Sería necio negar que poseemos una cierta noción del umbral en el que oscila nuestro siendo, pero simultáneamente deberíamos reconocer que no es más que una creencia basada en lo que hemos sido hasta hoy, y que carecemos de certeza de quiénes seremos.

Por ello, la aspiración a definirnos como una identidad inamovible que, además, destaque una faceta de nuestro ir siendo, no es más que un anhelo que responde a la necesidad de sentir que, como mínimo, tenemos un cierto poder sobre nosotros mismos.

Existe, en castellano, un refrán que reza “nunca digas de esta agua no beberé” ya que acabamos tragando como entes sedientos aguas que se alejaban mucho de nuestra supuesta identidad. Esos recodos secretos de los que tenemos conciencia y escondemos a los otros, y otros recodos que yacen inconscientes y que en el momento menos esperados pueden emerger metamorfoseando quienes creíamos ser.

Podemos decir, soy, con la prudencia de quien sabe que ignora, no solo mucho sobre el mundo, sino inclusive sobre sí mismo, y sobre cómo el entorno nos puede provocar explosiones inesperadas. Ahora soy A, después puedo ser B, aunque ciertamente con algún sustrato de carácter que puede permanecer casi inalterable.

Plural: 2 comentarios en “¿Podemos decir: soy?”

  1. La pregunta ¿Podemos decir soy? es como la subyacente filosofica: ¿que hay entre un si y un no?, y responder UN TAL VEZ, vinculando incertidumbre y la temporalidad del conocimiento humano, y que «… el tiempo es el mejor aliado para descubrir las verdades no admitidas», como expresa Morin en el libro «El Octavo saber» Pág. 35.

    Gracias Ana de Lacalle.

    Saludos Nicolás Chafloque

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