La alborada proyecta un amanecer simbólico porque en su fulgor aguijonea mi mente con imágenes perturbadoras: un infante en un campo de refugiados que acaricia, con ternura, el cabello del bebé que duerme a su lado; personas deshumanizadas por la pobreza que dormitan en la calle, replegados como un feto sobre sí mismos; colas de
