Quizás, si a un artista le extasía vivir una época vibrante de la creación estética, a un historiador le suceda algo semejante y desee vivir una revolución, como todas sangrienta, que cambie el estatus quo de su tiempo. A un filósofo, que merodea sustrayéndose del espacio y el tiempo no le extasían momentos volátiles, porque