Se despertaba con los ojos entelados y eso requería restregárselos suavemente hasta que esa capa traslúcida natural se disipaba. La jaqueca era habitual cada mañana, así como una especie de cansancio doloroso que iba cediendo con el tiempo. Nunca era, pues, una manera estimulante de iniciar los días ya que lo que sentía es que
