Ayer, Jano, volvimos a evocar esa ausencia extraña que te hace terriblemente presente para muchos. Y entre ellos estaban, y principalmente, los que considerabas los tuyos: una Natalia, mejorada algo en el aspecto, a la que acompañaban en su mente “los niños” con el corazón aún muy destrozado, tu madre que te llevaba arropado en