Volábamos en una nube blanca, densa y opaca. La alfombra idónea para no temer que se desintegrara inesperadamente, y fuese deshilándose para transparentar el cielo azul. Oteábamos la ciudad majestuosa; Lo fastuoso es siempre lo primero que se ve, elevándose y minimizando cualquier otra forma de estar y ser. Atónitos, creíamos que aquella era la
