Llovía con intensidad y rabia, aunque lo que se precipitaba desde el cielo más que agua parecían agujas finas y punzantes que los transeúntes esquivaban, o en su caso gritaban a causa del aguijonazo. Era como si se hubiese desatado la ira de dios, esa de la que tanto habla la biblia. La gente asustada
