Marketing retórico

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Adulterando la palabra ajena creemos poseer argumentos discriminatorios que contundentemente desbanquen cualquier otra propuesta. Nuestro fundamento es el decir del otro, no hay pues lugar para la disputa. Estos juegos lingüísticos y argumentativos nos hacen retóricos potentes y hábiles en contiendas dialécticas, pero no nos hacen profetas ni portadores de verdad alguna. Nadie caerá presto ante nuestra dignidad moral, sí ante nuestro liderazgo sofístico, interesante cualidad en los tiempos que corren.

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