Si languidecemos, postrados y abatidos, en la contienda por sostener la dignidad de una vida que no precisemos ocultar a nuestros hijos, ¿qué les resta firme y con fundamento de nosotros? Y esa dignidad no es la de la virtud inquebrantable, que todos somos humanos, sino la de la honestidad y la buena voluntad que garantizan no haber hecho mal alguno intencionadamente, y ocuparnos, en consecuencia, de los excluidos. Si fuéramos tan dignos de dejarles ese legado, no solo les habríamos dado la vida, sino quizás les habríamos mostrado una vida con sentido.
Legado
Publicado por Ana de Lacalle
Escritora alacallefilosofiadelreconocimiento.com Ver todas las entradas de Ana de Lacalle
