Privados de recursos mentales que simbolicen un propósito vital, solo nos resta el exiguo aliento de rebuscar entre lo sobrio y cotidiano algún “para qué”, suficientemente fascinante como para sustentar la ausencia de metarelatos creíbles.
¿Para qué?
Publicado por Ana de Lacalle
Escritora alacallefilosofiadelreconocimiento.com Ver todas las entradas de Ana de Lacalle

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