Reseña de la novela «VÍAS MUERTAS» de Jordi Matamoros. Terra Ignota Ediciones. 2020

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Jordi Matamoros Sanchez. Autor de diversas novelas y editor.

NOVELA: VÍAS MUERTAS

EDITORIAL: TERRA IGNOTA EDICIONES

SINOPSIS:

Antonio, un joven apuesto y ambicioso, necesita llevar una vida llena de lujos y comodidades que sus padres, dos personas incultas y conformistas de los que se avergüenza profundamente, nunca pudieron ofrecerle.

Su gran oportunidad se presenta cuando conoce a Victoria, hija única y ojito derecho de un prestigioso abogado poseedor de una gran fortuna. Su vida es perfecta, la que siempre deseó, salvo por unos mínimos detalles: no ama a su esposa, no soporta a su suegro y jefe y descubre que la fortuna familiar está a punto de desvanecerse.

La trama se va complicando con los secretos que esconde cada uno de los personajes que, poco a poco, se van entramando en un sinfín de vías muertas.

Una historia en la que el drama, la traición, la avaricia, la lujuria… son las principales protagonistas.

Si tuviera que calificar la novela sucintamente, diría que es contundente. Y esto por diversos motivos: porque describe escenas sexuales explícitamente de las que algunas son pura pornografía, y esto es algo que debe tener en cuenta el lector, y porque toda la narración está transversalmente tallada por la corrupción, la mala voluntad, la venganza, la hipocresía y el engaño. Es como si Jordi Matamoros se hubiese propuesto mostrar el lado más oscuro de la condición humana, y ciertamente lo consigue con un lenguaje ágil, sencillo y preciso en cada acontecimiento que desarrolla. Ese lado que tendemos a ocultar y que resguardamos en lo más recóndito de nuestra mente.

En este sentido “las vías muertas” se muestran como aquel recorrido que nos conduce a la autodestrucción, y que a menudo, con más o menos intensidad y virulencia todos hemos experimentado. Así planean por la novela el sexo, las drogas, la corrupción y la violencia, aunque menos explícita.

Se entremezclan dos mundos contrapuestos: las zonas oscuras de Badalona de los años ochenta y la burguesía alta que, por conveniencia, se sirve de los desencajados de la sociedad para su uso y beneficio, utilizándolos y cosificándolos.  Por esto, aunque la novela lleva un subtítulo que reza “más allá de la moral”, entre líneas podemos percibir cómo Matamoros está lamentándose no solo de determinadas prácticas y acciones, que concibe autodestructivas, sino hilvanando los factores, condicionantes y causas que pueden llevar a los humanos a su propia denigración. Algunos movidos por la avaricia y el afán de poder, otros porque no encuentran alternativas para sobrevivir, y el resto ni tan siquiera saben por qué actúan de determinada forma.

De alguna manera es el zoológico humano ante la existencia, la subsistencia y la desorientación de lo que puede ser significativo en sus vidas.

Discrepo, no obstante, de la oportunidad de añadir el subtítulo que, aunque percibo como una advertencia del contenido pornográfico, entiendo que lo que pueda ser considerado moral o inmoral es algo controvertido y que, en la medida en que explícitamente no se debate en la novela, hubiese considerado más pertinente suprimir el mencionado subtítulo por una advertencia, sobre el contenido que puede ser desagradable para algunos lectores.

Curiosamente Matamoros, que es ya un autor consagrado, acostumbra a insistir que en toda la narración subyace o palpita el sentir o el pensar del autor. Entiendo que, aunque quiera zafarse de esta calificación propia respecto de “Vías muertas”, no concibo que el autor sea ajeno a lo que escribe. Antes bien, insisto en esa lectura de lo implícito que tal vez, sin apercibirse el propio Matamoros, alumbra la percepción que tiene de ese mundo y submundo, y cómo de manera indirecta emite su propio juicio de valor sobre una parte de la realidad de lo que fue Badalona en aquellos años, y cómo las clases pudientes de Barcelona se beneficiaban de ello.

La novela está construida en base a una historia intrigante que mantiene en vilo al lector, y que por ese lenguaje oportunamente fluido podría llevar a quien lo lee a no hallar el momento de pausar la lectura. Los personajes tallados con habilidad, unos mostrándose tal cual son, y otros representando esa impostura tan habitual en nuestra sociedad: intentar que crean que soy lo que aparento, aunque algunos puedan llevar vidas paralelas.

Concluyo esta reseña recomendando su lectura, porque quizás no son tantos los que se sentirán heridos en su sensibilidad como cree el autor, por aquello de “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”, salvando que uso la cita evangélica en su sentido metafórico y que eliminaría del diccionario la palabra pecado. Y, principalmente, porque constituye un retrato sórdido y realista de la dualidad social que, en los últimos tiempos, parece estar agudizándose más.

Gracias Jordi, por esta dura pero imprescindible novela.

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