Tengo palabras, o siento que se han atorado en mi mente, y no se hilvanan, porque están huecas; son términos carentes de significado que no pueden representar ese tumulto interior confuso, porque hay demasiado sentir entremezclado junto a una impotencia de distinción. Cierto es que el lenguaje nos ayuda a discernir el qué de cada cosa, mas cuando acudimos con desesperación a él para clarificar tornados internos, la voracidad de las emociones impide ese tempo necesario para adecuar significante y significado.
En esos momentos, días, meses en los que se mantiene la tempestad fluyendo iracundamente es casi imposible lograr un orden básico, inicial, aunque sea errado, que nos permita construir y deconstruirnos.
Es como estar pleno de una masa compacta en informe que no puede ser diluida; solo notamos el mazacote con el que cargamos y que nos impide sentir quiénes somos en este momento, diferente del anterior y el próximo. Me estoy perdiendo a mí misma en este tiempo, grávido, anodino e insulso.
No obstante, sería falaz creer que no duele este estado marmóreo y pétreo. ¿Y dónde duele si la posibilidad de sentir parece cercenada? El dolor se expande por todo el cuerpo, piernas, tórax, garganta como si al verse desplazado del lugar que le es propio se viese forzado a una ocupación ilimitada de lo extenso, que es lo único que queda.
Algo provocará la recuperación del concepto que, aunque siempre con precaución, nos ayuda a acotar a partir de nuestro ser emocional por dónde vagamos, en este transitar tan complejo que es la existencia.
Gracias por compartir Ana.
Cuídate bien.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Je connais très bien cet état qui trouve sa parole dans l’art que je pratique…
Je t’embrasse Ana et partage avec joie ton ressenti.
Bonne journée.
Alain
Me gustaLe gusta a 1 persona
Merci!!
Me gustaLe gusta a 1 persona