¿»Mejores» tras la pandemia?

3 comentarios

Tres años después de que se iniciara la pandemia del covid-19, recupero un texto escrito en abril de 2020. Significativo si recordamos que en aquellos momentos se precipitaron una serie de prospecciones sobre cómo afectaría la pandemia en nuestras sociedades y en cada uno de nosotros. Algunos auguraban un punto de inflexión para bien -recuerdo el escrito que se publicó y difundió por Internet por parte de reconocidos filósofos del momento. Me refiero a Sopa de Wu-Han. Sería interesante una revisión de lo que allí se dijo en cada caso, y lo que, de facto, hay tres años después. Personalmente, me produce cierta pereza esa tarea. La sugiero por si alguien quiere recoger el testigo. En cualquier caso, mi intuición, que no es garantía de nada, pero que acostumbra a ser bastante afinada, me indica que esta mezcla de relato-artículo de mi autoría se aproximaba bastante a lo acontecido en nosotros y nuestras sociedades posteriormente.

Este es el motivo por el que lo recupero y lo expongo; para ser contrastado, eso que me sume en un sopor inmenso hacer con las grandes reflexiones que otros hicieron. No es más que un diálogo con Sancho Panza, sí el escudero de Don Quijote de La Mancha, su sentido común.

Espero que os resulte, al menos curioso como a mí, teniendo en cuenta que está escrito un mes después de que se declarara el estado de Alarma en España y, por ende, en pleno confinamiento.

 Recuerde el alma dormida

avive el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida

cómo se viene la muerte,

tan callando;

cuán presto se va el placer,

cómo, después de acordado,

da dolor;

cómo, a nuestro parecer,

cualquiera tiempo pasado,

fue mejor.

Anoche, intentando conciliar el sueño, acudieron a mi mente estos versos de Jorge Manrique, que se me antojaron como una expresión ajustada de la percepción de lo efímero que la pandemia está dejando en nuestro interior: el desplegarse mismo de la existencia en un ínfimo ámbito.

Fluía, insistentemente, una intuición -acaso equívoca- sobre cómo el tiempo, el instante de cada acontecer iba a adquirir una preponderancia más evidente. Viviendo en una época, como la que vivíamos, en la que el presente era el único bastión fiable, cavilaba sobre la imposibilidad de no poder aferrarnos más que a un presente inmediato, el instante; tras esta bofetada al ego -como decía ayer Ricardo Darín en el programa de Évole- que muestra la imperiosa dependencia de la generosidad de los otros.

La certidumbre queda reducida al ahora mínimo, y la necesidad del otro junto -y paradójicamente- a la sensación de soledad, se erigen como los rasgos de generaciones -ojalá solo sean las más adultas- que difícilmente podrán existir orientados a horizontes alentadores.

Si para el poeta “cualquier tiempo pasado fue mejor”, para los que hoy estamos atravesando esta situación surrealista, por impensable más que como un absurdo, sin duda que lo pasado despierta una añoranza desatada.

Aunque, sin perder cierta perspectiva crítica, lo que ha precedido a este desastre humanitario internacional, sea acaso la causa de lo que ahora nos hunde en el fango sin permitirnos salir a oxigenarnos. Vivíamos en una sociedad insostenible en muchos sentidos y este bichito solo ha venido a demostramos que las contradicciones y vacíos de un sistema económico social nos hace tan frágiles y vulnerables que hasta un microscópico parásito puede arrasar con “el tenderete” que beneficiaba a unos pocos.

Y, aunque no aparecen citado en este post, en el poema “Coplas a la muerte de su padre”, una de las cuestiones que Manrique destacaba era que la muerte nos iguala a todos, ricos y pobres. Aquí sí detecto un matiz relevante: el virus nos iguala en el momento de infectarnos, pero nos devuelve al lugar de origen en cuanto a los recursos de los que disponemos para sanarnos. Aquí esa herida de la desigualdad y la injusticia sangran de nuevo, con desgarro, angustia y desespero. Y la universalidad de la sanidad pública vuelve a ser una quimera, porque bien sabemos que, al igual que en otras ocasiones, los contactos, las situaciones de poder han privilegiado a unos en detrimento de otros. También valga añadir, esto ha sido casi un gesto de supervivencia porque esa sanidad no ha dado la respuesta que era urgente y necesaria, dejando para más tarde a los contagiados, es decir cuando los síntomas fueran graves ¿Quién si posee recursos espera con paciencia a un estado crítico cuando puede procurarse asistencia antes? Eso ni puede ser querido, ni exigido a nadie.

Lamento decir que no creo que los humanos aprendamos nada de esto. La historia así nos lo demuestra. Tan solo, pienso que dejará huella en la forma de percibir la existencia de cada individuo, pero no por ello, los que pueden tomar las decisiones seguirán otro criterio que no sea el económico. Esa voluntad de poder que posibilitará que el bienestar de unos se erija a base del aplastamiento de muchos. Advierto de que no es pesimismo, sino crudo realismo.

Ana de Lacalle, 13 de abril de 2020 «Realismo versus nihilismo»

Plural: 3 comentarios en “¿»Mejores» tras la pandemia?”

  1. Recuerdo que todos me decían: «La Humanidad saldrá favorecida»«Se recobrarán valores perdidos»«El hombre aprenderá y será mejor». Reprochaban, con esto, un artículo que había escrito, justo diciendo lo contrario.
    Yo les respondí: Ustedes no conocen a los hombres.
    Abrazos, Ana

    Le gusta a 1 persona

Replica a Gavrí Akhenazi Cancelar la respuesta