Me deleitaría estar siempre acompañada de un Sancho Panza. Ese hombretón todo honradez, de baja estatura, que se arrastra tras quien considera que no se halla en su lugar, por compasión; intentando con paciencia y un chorreón de realidad, bajarlo al terreno donde se dirimen las cosas cotidianas, para que el otro no muera de
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Ser prudentes no es solo una virtud, sino una exigencia adaptativa consistente en preservar un cierto grado de sospecha vital. Porque quien tantea lo que le rodea, para ponderar lo que sucede, debe poseer la habilidad de dudar de lo verosímil y ejercer un intenso escrutinio sobre lo que se muestra diáfano. Esta perspicacia previene
Los intentos que se han llevado a cabo por mostrar la Filosofía como un referente para una vida mejor, en el sentido de más sosegada y estable son una auténtica estafa. De ahí que abomine contundentemente toda obra que pretendiendo ser filosófica sea asimismo de supuesta autoayuda. Quien requiera ayuda para su salud mental debe
Se escabullen musitando entre los labios sujetos, verbos y complementos; todos ellos conformando hiperbólicas metáforas que tienden a enervar las emociones, la motivación y las creencias más estimulantes. Así, leer equivale, en este contexto, a edificar mentalmente un mundo deseable. Opera, de hecho, como un lenitivo que permite simular que ciertamente “vivimos”. No obstante, esta
Si el desafío electo constituye un dique inabordable, quizás erramos en el reto ambicionado, al relegar nuestra capacidad y habilidad al respecto.
El materialismo, como negación de una realidad trascendente, es la noción que cautiva a un mundo que no evidencia más que uniformidades y efectos derivados de las denominadas teorías científicas –en última instancia hipótesis provisionales- o de las acciones humanas, únicamente limitadas por su propia potencia. Sujetos a estas dos intervenciones, no podemos dar crédito
Ser prudentes no es solo una virtud, sino una exigencia adaptativa consistente en preservar un cierto grado de sospecha vital. Porque quien tantea lo que le rodea, para ponderar lo que sucede, debe poseer la habilidad de dudar de lo verosímil y ejercer un intenso escrutinio sobre lo que se muestra diáfano. Esta perspicacia previene
El pesimismo se sustenta en la convicción de que aquello que pueda ir mal, irá mal. El optimismo es su opuesto como creencia que tan solo resalta y espera lo benéfico. El realismo sería un intento de templar estas percepciones extremas, ponderando lo positivo y lo negativo y analizando qué puede depararnos el futuro. No
Arrullados por un atardecer conmensurable, renacemos, como el ave fénix, de las cenizas derivadas de la incineración existencial. Nada se nos antojaba posible y, finalmente, lo más anhelado devino real. Renegamos de esperanzas fútiles para resistir y persistir, por ello, desde el pesimismo realista detectamos con una fina sensibilidad lo que despunta por inusitado y
Te vi preso de una exagerada algarabía, como si un acontecimiento en sí pudiera reparar el desencaje de toda una vida. Pensé que tu optimismo anterior era impostado, una exigencia del guion, y el actual un espejismo propio de quien carecía de perspectiva alguna, y ahora cree que el horizonte se ha deslizado ante sus