Desnutridos de existir.

No hay comentarios

Afanarnos en que el fluir de nuestro siendo discurra por unos derroteros, y nunca otros que nos provocan escalofrío, no siempre está a nuestro alcance. Como seres reales con determinaciones, sin las que no podríamos constituir esta materialidad fluyente, interactuamos con los Otros, que están ya en nosotros y viceversa, y con un entorno a veces desfavorable que condiciona, a ves inexorablemente, cómo vamos actualizándonos como corporalidades reales.

Lo dicho no es óbice para que, si nuestra mirada se orienta a un recuento de lo experimentado, surjan como brotes resistentes sentimientos de culpa, que nos cuesta reparar y que pueden ser irreparables. Restar, tras lo re-conocido, en un estado de apatía, distimia o similares no contribuye más que a cavar un hoyo del que puede ser difícil resurgir. Sin embargo, no siempre podemos renovarnos como sería más conveniente para nosotros y los otros, porque la carga que arrostramos está incrustada tan profundamente en lo que somos y vamos siendo que recurrentemente resurge señalándonos como un Judas o un Caín. Tras años de volver a sentirnos lo que ahora creemos que fuimos -aunque sin conciencia de ello por aquel entonces, y sin otra opción- el cansancio merma nuestras fuerzas, nuestras ganas, nuestro poder y vamos sintiendo, en algún sentido, la necesidad de ausentarnos para no asestar más golpes a quienes nunca hubiésemos atizado más que con el gesto de nuestro amor, si es que en algún recodo hemos cultivado esa capacidad.

El pasado existe siempre como presente intermitente que nos muestra quienes somos, a pesar de que por ello nos vayamos muriendo de desnutrición.

Deja un comentario