La caverna de Platón, hoy: virtualidad, posverdad y conformidad.

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En el libro VII de la República Platón explica el inmortal “mito de la caverna”. Para los que no lo tengáis presente, adjunto el texto y un vídeo explicativo, ya que curiosamente la metáfora se capta mejor a través de imágenes.

Podríamos entenderlo hoy como una especie de profecía cumplida. Platón expone con una gran riqueza imaginativa una situación alegórica para intentar dar cuenta de cómo somos los humanos. Recordemos que mayoritariamente somos prisioneros de la apariencia y vivimos sometidos y limitados por ella. Diríamos que estamos inmersos en un mundo virtual creado a partir de posverdades que, sin ser conscientes, las asumimos como verdades, en el sentido de que funcionan como tales en nuestra existencia. La alegoría platónica fue escrita pensando en los coetáneos del filósofo griego, pero tiene tal potencia que, resignificando términos según nuestro modo de ver o no ver el mundo, sigue siendo una ilustración muy sugerente para pensar sobre lo humano. Así, pues, los prisioneros que viven maniatados en la caverna, en el lado del muro en el que se proyectan las sombras de lo que sucede al otro lado, somos nosotros que con una actitud pasiva nos dejamos embaucar por la liquidez -como diría Bauman- de lo que hay. Las sombras son, en consecuencia, esa fluidez que parece igualar todo, por estar constituido de grises con mayor o menor intensidad. Solo hemos visto lo aparente, la sombra, lo que se nos hace creer que es así, O, dicho de otra forma, esa nada que es lo sombrío, sin materialidad ni entidad propia, la asumimos sin ningún atisbo de duda como lo único que hay, y que existe.

En sintonía con lo dicho, la sombra del ciprés es aún más alargada porque la virtualidad de las tecnologías de la información y la comunicación, extienden esta confusión entre lo virtual y lo real, fusionando ambos como uno solo, aunque puedan percibirse socavones en el relato. Sin embargo, sin una educación y un deseo de aprender, sin ganas de entender cómo son las cosas, cómo funcionan y en qué tipo de mundo vivimos, nunca podremos salir de esa oscura caverna. Platón mismo advierte que salir de la caverna es un camino escarpado y duro, en el que tropezamos, nos tambaleamos, nos encontramos solos, pero que tiene su recompensa final si llegamos a desvelar las estructuras internas de lo real y a discernirlo de lo aparente, y en términos de conocimiento, a distinguir lo que constituye la posverdad en oposición, no a La Verdad, sino a lo que aspira a no engañar y a mostrar el mundo dinámico y fluctuante en el que nos hallamos.

El Sol que representa la máxima luminosidad, aprehensión de lo que podemos alcanzar los humanos, sería hoy ese despertar gracias a su luz de los relatos falaces en los que vivimos, de la superficialidad que nos inyecta la sociedad de consumo y la certeza de que no hay certezas, y menos en un mundo construidos para manipularnos. La diferencia, entre el prisionero que se juega el prestigio social por salir de la caverna y de todos los que buscando la comodidad se quedan conformados en ella, consiste en decidir cómo vivir nuestra vida o dejarnos encerrar en una ficción que a la larga nos devasta. Y esto porque siempre llega en momento en el que, queriendo o no, el montaje de la caverna se descubre. Ante esto podemos matar al mensajero o intentar indagar que hay de veraz en lo que nos están revelando. Podemos continuar en la denominada zona de confort creyendo lo que nos conviene creer, o bien afrontar la falacia en la que hemos vivido y afrontar que el nihilismo destructivo depende solo de nuestra actitud: dejarnos arrastrar por la desolación y el derrotismo, o bien afrontarlo y reivindicar los nuevos valores que deberíamos compartir como humanos, aceptando la diversidad de formas de vida, pero, eso sí, que hay un criterio universal que reza que todo humano pueda tener una vida digna. Obviamente, por esa dignidad hay que luchar, no porque no nos corresponda, sino porque la caverna está pensada para despojarnos de ella, convirtiéndonos en marionetas fáciles de manejar.

Lo expuesto son unas notas sobre la alegoría platónica y la fuerza explicativa que tiene de la condición humana. Podríamos leerla con detalle y desgranar como cada aspecto continúa diciéndonos algo significativo sobre lo humano. Esa tarea la dejo para los que desees profundizar más en uno de los mitos griegos más sugerente, creado por uno de los grandes maestros del Mito.

Plural: 3 comentarios en “La caverna de Platón, hoy: virtualidad, posverdad y conformidad.”

  1. Gracias Ana, creo que la tecnología, Internet y las redes sociales han hecho que la posibilidad de crear y emitir información sea muy fácil, sin los filtros o controles adecuados para poder separar «la verdad» del resto. Además, ha hecho que estemos sometidos a un bombardeo de pseudo-noticias que hacen muy difícil conocer y averiguar lo que es cierto y, lo que es más importante, da la sensación que no hay nada que averiguar, ni investigar, ni tratar de conocer… se ha convertido en una forma de alienación del pensamiento crítico (aunque, por suerte, éste sigue existiendo).

    Un abrazo.

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  2. ¡ Por qué alterar al rebaño! ¡Filósofos alarmistas! San Narciso ha mejorado las instalaciones cavernarias del susodicho Platón, ya no se necesita una oquedad terrestre, baste una pantalla y wi fi pirata, ¡No hay nada qué ver afuera! ¿La verdad? ¿Qué es eso? ¿Cuántos seguidores tiene en Tik tok o Instagram? Nada que ver ciudadanos, circulen, circulen…. No hay justificación para mi otro Yo, salvo esa frase de: «Perdonalo señor, no sabe lo que dice»….besos al vacío desde el vacío

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