Enfermedad mental: sobre-diagnósticos y medicalización.

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La antipsiquiatría puede ser considerada una corriente filosófica que critica el uso de psicofármacos de manera indiscriminada y la estigmatización de pacientes con problemas de salud mental.[1]Esta sucinta introducción es el inicio de un cuestionamiento de prácticas psiquiátricas excesivamente biológicas, que tratan la enfermedad mental como si fuese algo localizable mediante pruebas diagnósticas fiables como puede ser un cáncer, una fractura ósea…

Tratado de esta manera, el enfermo mental se siente solo, incomprendido y condenado a un sufrimiento irreversible que solo un fármaco puede calmar. Además de excluido, señalado como incapaz e irrecuperable para llevar una vida autónoma y elegida.

No constituye ningún descubrimiento que, además, en la actualidad la incapacidad social de tolerar a individuos que sufren, como si fuesen un “grano en el culo”, ha propiciado la patologización del dolor mental y la medicalización de la vida cotidiana. Paradójicamente, el resultado de este planteamiento ha dado como resultado un porcentaje elevadísimo de personas medicadas con psicofármacos, lo cual nos debería llevar a plantearnos si estamos todos tan “tarados” o tal vez la enfermedad es la sociedad y la forma de vida. Esto sin menospreciar para nada las biografías individuales que suelen ser determinantes en los trastornos mentales, aunque no hay que olvidar que vidas traumáticas y difíciles de gestionar ha habido siempre, más si nos situamos en un siglo como el XX en el que hubo dos guerras mundiales, crisis económicas sin precedentes -el crac del 29, la crisis del petróleo…-, etc.

Es decir, hoy hay factores culturales y sociales estresantes, una competitividad salvaje y, en consecuencia, una presión externa en los individuos para no ser los excluidos del mañana. Pero cada período ha tenido sus propios “males” y, sin embargo, una diferencia a destacar es que no se obligaba a los individuos a ser felices, como si lo contrario fuese un fracaso vital. Este principio implícito que bombardea la mente de las personas desde su infancia constituye una falacia altamente perniciosa, porque esa supuesta felicidad que se vende – obtenida mediante el consumo- no existe, y sin embargo se presenta como aquello que debe ser alcanzado.

Progresivamente nos vamos apercibiendo de la falacia mencionada y de que, sea lo que sea la felicidad, no se obtiene consumiendo, aunque en determinadas ocasiones nos compensemos así.

Retomando la cuestión inicial, los fármacos no curan, y eso sería injusto no decir que muchos psiquiatras se lo dicen a sus pacientes. Son una muleta que mitiga síntomas por un tiempo, pero que sin psicoterapia la mejora no es posible. Aquí desearía denunciar la desvergüenza de diversas estrategias de autoayuda y otras prácticas que se benefician de la gran necesidad que tienen los individuos de cicatrizar heridas y de hallar su sentido existencial. También advertir de que la búsqueda de un terapeuta no es fácil y es conveniente que se tengan referencias fiables sobre la capacitación -no los títulos que se le presuponen- del mismo. En otras palabras, no puede buscarse por internet sin más, como quien busca donde comprar un libro.

Cabe decir que no todas las experiencias de los enfermos mentales son negativas. Los hay que han mejorado y reinventado su vida, con ayuda delimitada de fármacos y una buena terapia. Lo que aquí se pretende transmitir son varios aspectos nucleares:

  • No todo el que sufre tiene una enfermedad mental.
  • Los fármacos deben ser recetados por especialistas y por un tiempo acotado.
  • La mejoría pasa por una psicoterapia, y no hay tampoco La psicoterapia ideal. Según la persona unas pueden funcionarles en conjunción con su entendimiento con el terapeuta.
  • Los enfermos mentales no son unos incapaces que haya que excluir. De hecho, entre nosotros puede haber algunos con los que trabajemos codo con codo y no nos hallamos apercibido de nada.
  • Las sociedades actuales pueden precipitar enfermedades mentales que antes no existían porque el contexto era otro, pero también debemos estar atentos a los intereses de las farmacéuticas en le uso masivo de psicofármacos, práctica de la que se lucran al igual que de la generalización de determinadas vacunas que son de dudosa eficacia -inclusive no son de hecho vacunas, tal y como estas se definían antes del covid-19.

Para acabar, y esperando que al filósofo y crítico literario Rafael Narbona no le importe la difusión, quiero hacerme eco de un vídeo colgado en su canal de YouTube que da cuenta de lo aquí explicado de manera comprensible y meridianamente clara. Gracias por anticipado por estos aportes Rafael.

Canal de You tube del filósofo y escritor Rafael Narbona

[1] https://www.grupomultimedialegal.com/la-antipsiquiatria/#:~:text=La%20antipsiquiatr%C3%ADa%2C%20es%20un%20movimiento,el%20psiquiatra%20y%20sus%20pacientes.

Plural: 4 comentarios en “Enfermedad mental: sobre-diagnósticos y medicalización.”

  1. tan folkloricos que eran los exorcismos para las enfermedades mentales, ¿A dónde se ha ido esa bonita tradición? ¿ terapeuta o chamán? ¿pastillitas para los nervios o pociones y unguentos? Regresemos a lo natural y a volar con belladona….Sorry pero así «cree» que se curan los males de la mente….besos al vacío desde el vacío

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