Artaud: la normalidad como crueldad.

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Tras leer un estudio de la poesía de Artaud[1] y su guerra contra las normalidades, no he podido obviar la cuestión que surge inmediatamente: ¿cuáles son las normalidades, hoy? Cada época tiene las suyas, aunque tengan en común siempre la presencia de una estructura impuesta cuya lógica subyacente se deshace a zarpazos de l@s que la violan.

Como el poeta del teatro de la crueldad percibió con su aguda mirada, la normalidad no es necesariamente lo que aparenta serlo, ya que esa lógica invisible del sistema tiene la capacidad de integrar lo que antes era subversivo, dejándonos creer que aún lo es, y sin apercibirnos de que ha sido absorbido por la estructura. Ya no constituye un peligro, ya no es propiamente perturbador. Por el contrario, se transforma en la apariencia de una diversidad libre, que no es tal, pero que logra mantener en los individuos la creencia de esa libertad de ser.

Así, con la gran mayoría satisfecha danzando en una ilusoria libertad, la estructura se fortalece y nos somete sutilmente a una forma de vida homogénea. Una disolución de lo singular en una única, aunque aparentemente diversa forma de vida: el individuo produciendo y reproduciendo la lógica del dominio invisible, que nos impulsa a perpetuar el sistema neocapitalista, e incluso a propulsarlo, mediante modos de vida que se retroalimentan del consumo y sin el que se quedarían hueros.

En definitiva, lo que se inicia como inquietante deja de serlo, a pesar de lo parecerlo, y esto nos distrae, nos entretiene, nos permite jugar a una cierta revolución, que es, en última instancia, una falacia. Sin embargo, su función es crucial ya que mientras jugamos a ser revoltosos, el auténtico yugo sigue sometiéndonos al poder del dinero que es el verdadero ídolo y señor de nuestros tiempos. Él es el fin, y el único propósito de quienes tienen el poder subliminalmente. Cuanta permisividad y normalización de formas de vida nos quieran vender, debería hacernos sospechar que la puñalada proviene de otro lugar, desde otra perspectiva que hemos descuidado.

Y, a pesar de todo, sentimos la presión sobre el cuerpo, nos agazapamos para caber sin entender el porqué, el poder sigue ejerciéndose sobre los cuerpos aunque estos no sean capaces de identificar de dónde proviene la fuerza que nos comprime.

En palabras de Artaud:

           “el fondo del dolor soy yo;

            el cuerpo comienza (…) ahí donde comienza

            el dolor”[2]

Y es que, como expresa el poeta, la presión en el cuerpo provoca dolor, y tal vez solo cuando soy consciente de ese dolor, puedo serlo de mi propio cuerpo y de sus auténticas heridas, aquellas generadas por ese ejercicio de la violencia, legitimada por la lógica del dominio vigente.


[1] Arnau Pons. Artaud, entre dos rostros. H&O Editores. 2023.

[2] Poema de Artaud extraído de Ibidem pp.37

Plural: 4 comentarios en “Artaud: la normalidad como crueldad.”

      1. Cette dureté là est humaine, elle ne ressemble en rien à celle des la fourberie humaine qui fait souffrir avec des sourires
        Je l’aime parce que je sus carré
        Et en cela nous avons de quoi nous comprendre en tous points
        , Ana
        Je t»embrasse sereinement en ton sein, pas dans celui de cette tempête..
        Alain

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