Podría ser calificado de pesimismo temerario, afirmar que existimos al límite del abismo. Sin embargo, puede entenderse que esta expresión es un reflejo de lo que, de facto, sucede en lo cotidiano. Dicho de otra forma, oscilamos entre una aparente “normalidad”, y de suyo cierto equilibrio, a estar ubicados en las antípodas: la desesperación en
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Estamos de regreso a un antes, que se ha disipado esquivo e ingrato. Un tiempo que ahora restará idealizado como la auténtica normalidad, por la que muchos se arrastraban excluidos, otros se sometían complacidos de ser los homos economicus coadyuvantes del sistema, y el resto se enriquecía cínica y sarcásticamente contemplando la ignorancia o pasividad
Ayer me abordó por la calle una señora llorando que decía estar perdida, aunque constaté que se hallaba atrapada en un baño de angustia que la desorientaba. Era bajita y rechoncha. Su aspecto desaliñado, pelo descuidado, vestimenta que cumplía únicamente su función, sin ningún cuidado estético ni ornamento. Estábamos en un barrio de la zona
La dicotomía entre la normalidad y la anomalía está elaborada en base a un patrón, al que se avienen mediante la socialización los individuos, orientado a minimizar el grito, la queja de sectores desajustados al modelo, y que este expele marginando todo grupúsculo que pueda desestabilizar el sistema. Lo paradójico consiste en que analizando los
Lo raro lo es por comparación con lo normalizado, es decir lo sometido a los límites de lo establecido socialmente. Pero, cuando un sistema social, hipócritamente, estimula y elogia la aparición de lo raro, éste se torna en lo normalizado y la extrañeza se esfuma, tan solo aparentemente.
Para ser normal, se precisa anular la capacidad autónoma de pensar y decidir, cualquier otra opción dará al traste con una rareza.
Mediante el lenguaje se establece el entramado del discurso políticamente correcto, representando el pensar dominante sobre la naturaleza de las cosas. De ahí emana la opinión pública sobre lo que es lícito o no decir, respecto de lo que debe elevarse una llamarada popular, también en las redes sociales, o lo que se asienta amablemente
La transgresión de lo normal, puede resultar aparentemente de lo menos transgresora. Mantener el matrimonio, cuando la norma es romper las relaciones duraderas, por ejemplo. Algo así inicia ZiZek su «Problemas en el Paraíso», idea sugerente para hacerla extensiva a otros ámbitos.