Si vis pacem, para bellum -o la lucha de contrarios-

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Vivimos un momento de tensiones geopolíticas que tiene la singularidad de una llamada al rearme de los países de la OTAN y en el que se retoma, en algunos países, la posibilidad del servicio militar obligatorio. La creencia que subyace a estos movimientos militaristas es la antigua expresión romana: Si vis pacem, para bellum[1], es decir, si quieres la paz, prepárate para la guerra, o lo que viene a ser equivalente, para gozar de paz hay que estar bien dotado militarmente para que no haya enemigo que se atreva a atacarte. De hecho, la guerra fría posterior a la II guerra mundial se basó en este supuesto, y décadas después, a raíz del conflicto en territorio ucraniano y en la franja de Gaza y Palestina, y habiéndose creado bloques contrapuestos -La OTAN por un lado y por otro Rusia, China y otros posibles aliados- se actúa bajo la infalible creencia en el supuesto latino.

Sin embargo, deberíamos cuestionar la veracidad del lema entendiendo que quien quiere algo debe prepararse para conseguir ese algo, no su opuesto. En consecuencia, si queremos la paz deberíamos poner todos nuestros esfuerzos y medios por conseguirla o mantenerla, en lugar de armarnos hasta los dientes y aparecer como una amenaza cada vez más inminente ante el supuesto enemigo. Por hacer un paralelismo, esto no es un juego de niños en el que sabemos que, ante la actitud de un crío de responder no a todo, le pedimos que haga lo contrario de lo que queremos. Si nuestro mensaje explícito es el deseo de paz, pero nuestras acciones evidencian que nos preparamos para una guerra, obviamente lo que prima es lo que hacemos antes que lo que decimos.

Estas tensiones de contrarios entre la paz y la guerra que intentamos equilibrar acaban la mayoría de las veces en confrontaciones sangrientas entre pueblos, cuya chispa acaba siendo un hecho inesperado que se usa como legitimador.

Así, si los estados occidentales, en los que hace años se eliminó “la mili” porque atentaba contra derechos civiles básicos, están debatiendo seriamente el retorno a esta estrategia disuasoria, que consiste en aumentar el número de soldados en activo para medrar al supuesto enemigo, la voluntad de buscar la paz es muy discutible. Obviamente, menor es el deseo de paz de estados como el ruso que hace ya seis meses invadió Ucrania, y de Israel que, con la excusa de desmantelar a Hamás considerado grupo terrorista, está arrasando con la vida de civiles, destruyendo los territorios que ocupaban los palestinos tanto en Gaza como en Cisjordania, y, en definitiva, perpetrando lo que puede ser un genocidio como medio para expulsar definitivamente a los palestinos y ocupar todo el territorio. Parece obvio que ni Rusia o el gobierno ruso, para ser más fieles a la realidad, quería una paz en la que se sentía amenazado, aunque si lo analizan ahora están más amenazados que antes; ni tampoco Israel, aunque su respuesta bélica fuera a un denominado ataque terrorista nunca ha querido una paz que no ha existido plenamente al sentirse continuamente amenazado. Ahora parece haber hallado la excusa para cambiar sustancialmente esta situación, o eso cree.

Y entre estos equilibrios desequilibrantes están los individuos sometidos a los estados que se verán obligados a realizar un servicio militar que la mayoría no desea, porque ni se ha educado para una guerra, ni quiere perder un año, o más, de su vida dedicándose a matar a los enemigos, para acabar muchos muertos y con sus ciudades derruidas. Volvemos a una cuestión crucial, los pueblos no quieren la guerra y, si no parece tan claro, antes de embarcar a los individuos en semejante atrocidad que todo estado se vea obligado a consultarlo con sus ciudadanos.

Esto último, obviamente, no ocurrirá así, porque es más rápido y eficaz procurar que los individuos se sientan implicados en una guerra: dejando que “el enemigo” bombardee una ciudad y acabe con la vida de unos cuantos inocentes. Ipso facto, los ciudadanos tendrán la percepción de que la guerra les atañe y tienen que defenderse.

Retomando la cuestión inicial, aquello que se quiere se busca directamente, ya que los subterfugios que a menudo se usan pueden llevarnos a conseguir lo contrario. Aunque la expresión latina esté avalada por la experiencia de los pueblos en los que se formuló, podemos afirmar que, siglos después, ser transparentes, claros y contundentes ante todos sobre lo que un estado en representación de un pueblo quiere -siempre y cuando todos mantuviésemos la misma actitud- tendría resultados más beneficiosos para todos.

La escalada armamentística y de refuerzo de los ejércitos envía siempre un mensaje inequívoco: aquí estamos dispuestos a matar y morir, y esa es nuestra prioridad para evitar que, en la lucha por el poder de los gobiernos y las oligarquías económicas, se imponga alguien que no vaya a proteger nuestros intereses. ¿No sería mejor pactar prioridades conjuntas? ¿No contribuye más claramente a proteger la vida de todos que lleguemos a acuerdos en los que la guerra sea algo que nunca pueda contemplarse?

Hay bastantes voces que auguran la inevitabilidad de una III guerra mundial, sin embargo, deberíamos gritar a los cuatro vientos que la gran mayoría de humanos no queremos guerras, no queremos el horror que ya están viviendo muchas personas, y que cualquier desacuerdo debe ser solucionado mediante el diálogo. Y si es necesario, dejar a los ejércitos sin soldados para que de una vez por todas quien decida y opte por la guerra sea él, y los que están de acuerdo con él, los que diriman a golpe de bomba decisiones que deben ser tomadas mediante la palabra y no las armas.


[1] El dicho es uno de los muchos basados en el prefacio del libro III de la obra Epitoma rei militaris, posiblemente escrita alrededor del año 390, del escritor romano de temas militares Vegecio

Plural: 2 comentarios en “Si vis pacem, para bellum -o la lucha de contrarios-”

  1. Muy interesante, Ana. Creo que llevamos mucho tiempo con una III guerra mundial de facto, ya que existen numerosas guerras «pequeñas» que son controladas por los grandes.

    Pero el objetivo debemos ponerlo en lo que has concretado en una frase: «…lo que prima es lo que hacemos antes que lo que decimos». Y lo que venimos haciendo es paz y también guerra, por zonas, países y organismos, con el resultado de que lo que siempre destroza es la guerra. Deberíamos hacer SOLO la paz, aunque fácil no es. Un abrazo.

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