La noche es el escenario mágico en el que la única interferencia es el silencio. Y entre éste y las palabras surge una inmediatez suprema por la que fluye el lenguaje de las emociones: los goces y los dolores.
La interioridad de quien escribe se distancia de sus defensas y manifiesta lo que hay, tal cual lo percibimos. Inclusive, serpentea como una cadena de letras aquello de lo que ni siquiera poseemos plena consciencia, generándose una atmósfera de clarividencia que, paradójicamente, solo la oscuridad nocturna puede brindarnos.
Así, grabamos los pensamientos en una tela transparente que solo la opacidad del contexto permite leer. Y, elegimos al lector idóneo, comprensivo, honesto que sea digno, por su virtuosidad, de internarse en el trasfondo de nuestras palabras, sin juicios ni condenas. A ese intercambio íntimo de la sombra que proyectamos lo denominamos amistad.

«Sol, no entiendes lo que pasa aquí, esto es la noche y de la noche son, las cosas del amor…»https://www.youtube.com/watch?v=84kYYn498s0
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Todo un arte para dibujar en palabras la amistad.
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