La realidad profunda de los sueños.

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Los sueños son una manifestación sorprendente de lo que mantenemos oculto, fuera de nuestra conciencia, por resultarnos doloroso. Tal vez, no necesariamente tenga que ser siempre así, sin embargo, aquellos que pujan y afloran, cuando nos despertamos, provocándonos una diversidad de emociones desagradables suelen ser los más recurrentes. Los expertos dicen que siempre soñamos, otra cuestión es que recordemos los sueños o no. Quizás cuando nuestra conciencia está más fortificada evitamos que emerjan esos relatos ficticios aparentemente, y en momentos en los que el contacto con nuestra interioridad es mayor pueden aflorar a borbotones.

Sabemos que en los sueños podemos distinguir el contenido manifiesto, que es el relato que propiamente podemos expresar; y lo que sí denominaba Freud el contenido latente que es la experiencia, mayoritariamente dolorosa, que esconde bajo una máscara de ficción el sueño. Este es precisamente el contenido relevante que brota de nuestro interior y que constituye una información valiosa para entendernos a nosotros mismos: qué sufrimientos, decepciones, ira guardamos respecto de personas, o situaciones vividas realmente. Clarificar que el desarrollo que hago en este post se distancia de la teoría de Freud del sueño como realización del deseo y me sitúo más próxima a las actualizaciones del psicoanálisis, como el de Ferenczi y otras revisiones que no pueden obviarse. Adjunto un artículo especializado sobre el tema para los que estéis más interesados en el tema.]

Entiendo que las personas que más capacidad tienen de introspección y más se han trabajado interiormente poseen un mayor   insight, es decir, una mayor comprensión profunda y significativa de las causas subyacentes de un problema psicológico o emocional. A estas personas muchos sueños son como un mensaje transparente de su vida emocional, aunque no siempre les es fácil descifrar un sueño, acostumbran a recordar y a experimentar de inmediato esa comprensión de lo que manifiesta. Quienes, por otro lado, no se hallan en contacto consigo mismo tienden a creer que no sueñan o sueñan poco y, cuando sí lo hacen su significado les pasa inadvertido.

Personalmente, que me psicoanalicé, los sueños no siempre los recuerdo, pero el que recuerdo es como una letanía que me recuerda heridas que yacen en mi interior. A menudo, cuando me sucede esto, mi reacción es enfadarme. Apercibirte de que aún sientes cierto dolor por sucesos que te parecen que quedaron aparcados no es agradable, pero te ayudan a recordarte que somos seres sensibles, vulnerables y que las situaciones conflictivas no se resuelven con el olvido, sino afrontándolas. También es cierto que según la intensidad de la sensibilidad de cada uno son tantas las cuestiones nos resueltas, que incluso para los implicados pasaron desapercibidas, que no es deseable ir por la vida convocado a fantasmas del pasado para intentar cerrar episodios. Hay que dirimir qué es nuclear resolver, y qué restará cubriéndose de polvo en el inconsciente, aunque emerja de vez en cuando.

No querría que nadie se confundiera. Esta visión de los sueños que sostengo se encuadra en el psicoanálisis -Freud y revisiones actuales- y, en consecuencia, solo alguien que se haya psicoanalizado o en el contexto de un psicoanálisis puede tal vez acceder a ese contenido latente de los sueños. Es posible que quien se haya ilustrado emocionalmente sobre el tema también adquiera esa habilidad.

En síntesis, la intención era destacar la riqueza de información relevante que se esconde tras nuestros sueños sobre nuestra experiencia y nuestras vivencias, y cómo podría ser aprovechado para conocernos mejor y estar en contacto con lo que palpita en nuestro interior.


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