Según una encuesta publicada en el diario La Vanguardia el pasado nueve de mayo, realizada por el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat, la democracia no pasa por su momento más popular: un 60% de entre los más jóvenes sacrificarían las libertades en favor de un régimen autoritario que garantizase un nivel de vida más alto.
Personalmente las cifras no me sorprenden. Los más jóvenes no han vivido más que en democracia, o en esta lucha por acercarnos a una democracia. Constatan que su futuro es muy gris y están seguros de que con un nivel de vida más bajo del que han vivido con sus padres. Muchos de ellos tras años de estudios y formación -superiores al de sus padres- que parecen ser un requisito necesario, pero nunca suficiente para acceder a un puesto de trabajo con un sueldo digno. Cansados de una competitividad que agota, porque nunca parece suficiente su esfuerzo, acaban decepcionados y desanimados antes de incorporarse al mercado laboral, o al principio de hacerlo.
Lo que supuestamente se denomina democracia acaba reduciéndose al espectáculo de los políticos que mienten más que hablan, y que resulta tedioso y aburrido para los jóvenes que necesitan palpar resultados en la vida cotidiana de esas huecas promesas. El acceso a la vivienda se ha convertido en un lujo, la precariedad laboral no se reduce a puestos de trabajo no cualificados, sino que afecta a cualquier joven que se incorpora al mercado laboral, y en el que los más afortunados deberán esperar a haber pasado la treintena para que su salario les permita con suerte independizarse. Ante el espectáculo de los políticos, que es lo que los jóvenes palpan que es la política, y su situación compleja para ser ciudadanos no solo de derechos, sino que puedan conquistar su propia autonomía y madurez, no resulta tan descabellado que si se les plantea la alternativa de que un régimen autoritario aumente su nivel de vida se abracen a él sin pensárselo.
¿Dónde radica el problema? ¿Qué han experimentado los jóvenes que implica vivir en democracia? La respuesta es votar, y tras eso buscarse la vida en medio de un berenjenal globalizado en el que siempre hay ciudadanos más pobres que deben ser auxiliados. Por lo que, lo de menos, es que muchos de ellos tengan que renunciar a independizarse, llevar su propia vida, disfrutar de un tiempo de ocio tras su jornada laboral sin que eso signifique que abundan en la riqueza.
Es decir, no habiendo experimentado lo que es un régimen autoritario, y habiendo recibido como herencia una democracia débil a la que se le achacan responsabilidades que no le corresponden, la confusión de los jóvenes es supina. De generaciones anteriores han oído que “con Franco se vivía mejor”. Sin embargo, desconocen que, para vivir, muchos hombres eran pluriempleados, con jornadas laborales de catorce horas, y que las supuestas amas de casa, además de esa tarea aportaban su granito de arena cosiendo en casa, limpiando casas o realizando tareas que podían combinarse con el cuidado de todos. En definitiva, esa aspiración que ellos tienen es legítima, pero tal vez están confundidos en dos aspectos: los que pertenecientes a la clase obrera vivían con cierta dignidad tenían dos trabajos, más el aporte de la mujer con esos trabajos que estaban pensados para ellas desde casa. Y, en segundo lugar, ¿la situación económica y las dificultades que viven son consecuencia de la democracia o del sistema capitalista globalizado?
Una forma de gobierno no es ejecutable sin un modelo económico a partir de cual pueda gobernar. El neocapitalismo se ha impuesto como el sistema, y los gobiernos, sean democráticos o no, tienen un margen limitado por las instituciones internacionales que marcan las prioridades económicas y recortan determinadas políticas. Este sistema económico es el que de facto gobierna, no el gobierno elegido por el pueblo, con lo que la democracia está cercenada por entidades supranacionales. Algunas decisiones se toman por los representantes elegidos en las instituciones que lo contemplan, sin embargo, teniendo en cuenta siempre la política global que les impele a tomar unas determinadas decisiones. Un ejemplo claro: no es una decisión exclusiva de los países en estos momentos rearmarse, ya que dada la coyuntura global es una exigencia tanto de la UE como de la OTAN.
En otras palabras, nuestras democracias tienen serios problemas con la división de poderes, con la calidad y la altura de los políticos, pero esto parece que no les importa demasiado a los jóvenes. Su malestar proviene de una economía capitalista que tiende cada vez más a un reparto desigual de la riqueza y en la que muy pocos tienen muchos, y los muchos tienen poco. Esta explicación de forma clara y sintética vendría a clarificar que el mal no está principalmente en las democracias, aunque estas deberían dar lugar a una participación en el gobierno más directo mediante comunidades de ciudadanos y por, ende, a intervenir también en la economía. Sin embargo, esta opción, si solo se adopta por un estado es absolutamente inviable en una economía globalizada. Los entresijos de los intereses de los poderes económicos no están al alcance de los ciudadanos, no hay democracia económica y tal vez no mejoraría demasiado la situación.
Sí valdría la pena clarificar a los jóvenes que el problema, aunque también sea un escollo por mejorar, no es la democracia, sino el sistema capitalista globalizado. Si la encuesta, tendenciosamente, pregunta: calidad de vida o democracia, la misma encuesta está sesgando los resultados.
En un mundo tan complejo, los conocimientos de economía que tenemos los ciudadanos tienden a muy poco, y en consecuencia cada individuo puede juzgar si él y el entorno que conoce tienen condiciones de vida dignas o no, pero difícilmente puede conocer qué es posible hacer en este sistema económico y qué no. El hecho de sugerir que la causa de sus problemas es la democracia es una manera de inducir la respuesta y, en este sentido, preguntar a los ciudadanos que tienen toda la vida por delante si prefieren vivir bien o tener democracia creo que es jugar con la confusión.
Otro artículo basado en estudios para pensar:

Creo que tu análisis de la situación actual es de lo mejor, sino el mejor, que he leído en los últimos tiempos. Es verdad que hay mucho jovencito que simpatiza con la extrema derecha y que esto es un correlato de un menosprecio del sistema democrático en sí. Es cierto también que esto se enmarca en la imagen que se tiene de la política en general favorecida por como la presentan los medios de comunicación. Lo que se destaca son las luchas dialécticas que se mueven entre frases de puro spot publicitario, cual si se vendieran detergentes (el mío limpia, más, es más barato, da más brillo,..); y no se centra en los planteamientos de de fondo, que es dónde deben estar las soluciones a los problemas de la población. La información es espectáculo en tanto que es negocio. En este sentido considero significativo el patrón de los debates políticos en los medios (prensa incluida) en la que dominan representantes más o menos directos de las propios partidos políticos lo que nos vuelve al mismo tipo de enfoque y vocabulario; por contra son pocos los periodistas (columnistas)profesionales los que llevan los análisis de la política; cosa que tiempo atrás no sucedía. Es cierto que el periodista tiene su ideología y la del medio en el que trabaja, pero generalmente aplicaban una metodología discursiva donde aparecían los pros y los contras y se buscaba una objetividad explicativa quasi didáctica. Por otra parte ,creo que falta mucha cultura política. No hace muchos años me comentaron el caso de un alumno matriculado en primero de de Derecho en plena clase pregunto que era el Senado !!! Luego hay otra cuestión de fondo que para mí es la fundamental. Las generaciones postfranquistas no tienen ni idea de lo que supone vivir en un estado en el que no impera la democracia. En una sociedad de este tipo es difícil disfrutar de la posibilidad de divorciarte, de abortar e incluso de tener libertad sexual. Creo que prescindir de estos derechos sería intolerable para la mayoría de los jóvenes de hoy, exceptuando aquellos que están ligados o mediatizados por grupos religiosos integristas. Pero hay otra cuestión de fondo aún más profunda y de la cual se está soslayando en el debate y en la valoración respecto de la democracia. Se trata de una concepción de la democracia que para quienes vivimos nuestra formación intelectual y política en los años 60 y 70 del siglo pasado tenemos en un sentido crítico de la democracia parlamentaria. En esa concepción crítica, vinculada al marxismo, la democracia política se sabía que no se correspondía a la democracia social o económica. De hecho se entendía que la justicia social era muy difícil de conseguir fuera de la vía revolucionaría. Hoy igual la solución revolucionaría tampoco sería de mucha garantía, visto la experiencia soviética y china. Pero la cuestión es que no se puede esperar que el sistema de pluripartidismo o de la democracia parlamentaria logren la igualdad social *per se. De ahí puede surgir la **f*urstración de parte de los jóvenes ante las dificultades sociales que tienen planteadas. En un marco muy cercano al que dió lugar a los fascismos históricos. Y que puede desgraciadamente estemos dados a repetir vista la deriva electoral de estas generaciones. Además no hay que olvidar como el Sistema ha ido dejando cada vez más al margen a los sindicatos, elementos fundamentales históricamente en la concienciación ideológica. La misma suerte van corriendo poco a poco los partidos políticos a los que acuden cada vez más arribistas, dado el desprestigio de la figura del político y el menosprecio del compromiso cívico y ético. Dónde está la solución desgraciadamente no la tengo y creo que es difícil alcanzarla, por eso soy hoy por hoy pesimista; aunque no deje escapar oportunidad para hacer entender los valores republicanos en el sentido clásico a los jóvenes e luchar desde mi humilde posibilidad porque la cultura de la solidaridad y la libertad se consoliden. Perdona la extensión. Pero hace tiempo que tenía la necesidad de poner todo esto en letras y tu has sido la víctima propiciatoria. Atentamente,
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JAJAJAJA de víctima nada!! Agradezco tu escrito porque completa mi post y en definitiva es el objetivo. Gracias!!!!
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Siempre separar jóvenes y mayores no deja de ser una eterna pregunta que se hace cada generación. En el 74 cuando corríamos detrás de la democracia, los viejos eran los carcas de mantener un sistema agotado. Tal vez los jóvenes actuales viven el sistema )(la democracia) con menos angustia, más natural. Ahora a nadie le debe asustar que es un sistema frágil, no es el predominante (Véase Rusia, China, árabes, etc). Aparte de los shows de los políticos que tu mencionas. ¿Que hacemos? Esa es la tarea de los jóvenes, decidir como tienen que vivir. Una cifra me provoco cierto desasosiego, el 60 por ciento de los que votaron en las elecciones catalanas, eran ya de cierta edad… Y se quedó en su casa un 40%. En ese día asistí a una comida familiar, y pude comprobar que algunos no habían votado… y eran jóvenes. Otras veces habría sido un tema polémico, en las conversaciones, no, paso desapercibido. Saludos para ti Ana (Nota: delante mio votaban una pareja de 90 años que apenas se mantenían en pie)
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El comportamiento de las generaciones siempre responde al tiempo que les toca vivir. No creo que tuviese argumentos demasiado sólidos para convencer a un joven que participe en esta deprimente democracia, que solo implica votar lo menos malo..
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Al menos malo… buena definición Ana Saludos Juan
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