Carpe diem o «sufre mamón».

2 comentarios

Año de realización – 2024 , Typ malby – Pintura sobre lienzo. Rinetta Feliz 

Hay frases evangélicas que han pasado casi a formar parte del saber popular, lo que podríamos denominar el acervo cultural. Curiosamente, esta de Mateo me resulta especialmente significativa, ya que podríamos interpretar que, si añadimos algo de optimismo, se nos arenga a vivir el presente, sin pre-ocuparnos del mañana, ya que cada día tiene su propio mal. Otras traducciones hablan de afán, término que poseía otro significado hoy en desuso y que era equivalente de apuro, aprieto o necesidad extrema.

Como vemos, cambia sustantivamente entender afán como mal en el sentido ya en desuso, a entenderlo como deseo intenso o aspiración de algo, significado admitido hoy en día por la RAE. De tal forma que, según Mateo, atender al afán de cada día es suficiente. O, lo que es lo mismo, vivir el presente intentando lograr aquello que cada día se nos presenta como la aspiración por la que debemos esforzarnos.

Sería como una versión del carpe diem algo más recatada, esa locución latina, concebida por el poeta romano Horacio (65-8 a. C.) en su libro Odas (I, 11), cuya traducción literal es ‘aprovecha el día’ o ‘cosecha el día’, en el sentido de aprovechar el tiempo y no malgastarlo. En definitiva, ese magma griego que resta en la cultura latina y que viene a recomendar que no pudiendo hacer nada con el pasado y desconociendo el futuro, solo cabe ocuparse del presente. Vivir intensamente el hoy, tal vez porque sea nuestro último día, uno de nuestros últimos días, y sería una pérdida malgastar nuestra atención y pasión en días que han pasado o que nunca vendrán.

Visto así, y no encuentro razón para que no pueda ser entendido de este modo, hasta el evangelio nos anima a vivir intensamente, a aprovechar el día al máximo, focalizando nuestra mirada en el día presente y en la diversidad de alegrías y también tristezas que puede aportarnos el día.

Deseo centrarme en esas alegrías, ya que tenemos la tendencia a magnificar lo malo y minimizar lo bueno y bello que nos puede aportar cada día. Si alguien tiene en mente grandes acontecimientos, que se olvide. Los días nos dejan migajas de lo bueno de los otros y propios que si tuviésemos los sentidos atentos podríamos captar: un nimio gesto que deviene inmensamente grato, una sonrisa en su justo momento, un encuentro inesperado, unas palabras de paz y sosiego. Y, aunque, esto que nos hace bien aparezca junto a una amalgama de momentos en los que se encuentra casi escondido, ser capaces de disfrutar también de esta benevolencia de los otros hacia nosotros, constituye una gran virtud o excelencia para vivir. Sometidos a los mismos sucesos, extraeremos unas experiencias u otras. Podemos empeñarnos en que sean siempre negativas, o afanarnos en aprehender lo grato, lo que nos alimenta interiormente.

La habilidad de mirar a nuestro alrededor con la actitud del carpe diem, nos hará la vida menos difícil y mucho más gratificante, aunque los sucesos no varíen. Ahí, podemos elegir. Sino, ante la espada de Damocles, que a todos nos amenaza constantamente ¿Qué nos queda en la vida?

NB: estamos hablando de la cotidianidad, no de acontecimientos extraordinarios que obviamente, sean buenos o malos, acapararán todo nuestro ser.

Plural: 2 comentarios en “Carpe diem o «sufre mamón».”

Replica a Garceslogía Cancelar la respuesta