El «mundo» es de todos. ¡Basta ya!

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El cielo amanece hoy plomizo y encapotado. Simula una amenaza de algo que esté a punto de precipitarse y aplastarnos. A algunos les empieza a inquietar la culpa, a esos que aún les queda un resquicio de conciencia moral. Otros nunca se sienten aludidos.

Un firmamento con esta presencia nos señala a todos; y a cada uno de maneras diversas. Yo, que debo ser algo obsesiva, no puedo dejar de sentirme atravesada por la culpa de cada proyectil que está destrozando la existencia de tanta humanidad. Ese plomo que se eleva por encima de nuestras cabezas parece anunciar un nuevo ataque masivo: en Gaza, Cisjordania, El Líbano, Irán, Israel, El Yemen, Ucrania, Rusia …tras cada nombre propio de esos países se hallan materializados millones de seres humanos que ya no saben dónde resguardarse. Nadie acude en su auxilio, el mundo “calla” y no por ignorancia sino por la voluntad de no inmiscuirse. Pienso en todas esas personas que, se hallen en el territorio que sea, no tienen voz, solo un cuerpo para ser reventado por la metralla. Ese cielo me remite a un desastre inminente.

Los medios de comunicación tradicionales actúan como cómplices de es silencio impuesto y esa pasividad. No anuncian las protestas que la ciudadanía de muchos lugares del mundo está organizando, tan solo brevemente mencionan su realización. No le otorgan la difusión y el calado de rechazo que tiene entre los ciudadanos que no quieren guerras decididas por unos, con los cuerpos de los sin voz.  

Estamos hartos de ser marionetas para todo. Y cuando vamos cortando los hilos que nos mueven, los grandes medios que podrían propagar la noticia de la fuga, la liberación de muchos ciudadanos, se refieren al acontecimiento con los labios pegados, susurrando la disidencia que es mejor ningunear.

La mayoría de la población mundial querría tener una existencia tranquila, disponer de medios para garantizar su subsistencia con cierta dignidad y desplegar sus deseos, habilidades y su condición. ¿Por qué amasan los que tienen las manos manchadas un mundo tan complicado? Existir, y hacer de este suceso una vida digna es mucho más sencillo, pero se convierte en una quimera tras las decisiones, acciones y manipulaciones de los que dominan el mundo. Y estos no son tan impersonales, solo nos falta identificar a la gran mayoría, aunque algunos ya sepamos quienes son, y qué se cuece tras su sombra.

El mayor enemigo y boicoteador de la vida humana es el humano mismo.

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  1. «La aspiración innata del hombre a la libertad es invencible; puede ser aplastada pero no aniquilada. El totalitarismo no puede renunciar a la violencia. Si lo hiciera, perecería. La eterna, ininterrumpida violencia, directa o enmascarada, es la base del totalitarismo. El hombre no renuncia a la libertad por propia voluntad. En esta conclusión se halla la luz de nuestros tiempos, la luz del futuro.» p. 263-264, Vida y destino, Vasili Grossman

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