Los falsos Magos.

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La invención de los Reyes Magos se ha convertido en uno de los ritos de origen religioso, pero de condición totalmente laica, más clasistas y excluyentes de esa cultura occidental de raíces cristianas. Una vez más, queda patente que el mensaje de ese Jesús histórico -lo demás es cuestión de fe- que ha llegado en forma de Evangelios ha quedado como un rescoldo olvidado. Lo que prevalece es la aparición de montones de regalos la mañana del seis de enero, pero ninguna resonancia de la lucha contra la exclusión -que diríamos ahora- que lideró Jesús, violando las leyes de su época y dando el mismo valor a cualquier humano.

Esos Reyes de Oriente traen presentes según el poder adquisitivo de las familias, transmitiendo tácitamente a los niños que los que han nacido desgraciados y miserables no merecen ni la compasión de esos magos clasistas. Esa vivencia, a la que me refiero, se origina en el interior de cada niño, que se halla en situación de pobreza, que no siente que la vida le sonría ni tan siquiera en el reparto de regalos de los Reyes.

A la larga, la experiencia de ser alguien que siempre recibe zarpazos se inocula en la personalidad del niño y adopta una actitud acción/reacción agresiva y vengativa contra todo lo ajeno, que solo puede percibir como una amenaza.

Hace años, espero que esa costumbre se halla abandonado, el primer día de clase se preguntaba a los niños qué les habían traído los Reyes Magos, como una actividad colectiva de la clase. Obviamente, las diferencias quedaban evidenciadas en forma de daga que apuntaba y se clavaba con regodeo siempre en los mismos. Los más “guais” de la clase eran los que, además, recibían los mejores regalos por parte de esos magos clasistas. Sin embargo, los niños solo tenían la capacidad de captar que la miseria se lleva en la sangre.

Siendo sociedades con diversidad religiosas, y que pretenden aliviar las desigualdades, deberíamos abandonar aquellas costumbres, tengan el origen que tengan, que acaban virando como un búmeran en contra de los menos pudientes. Las desigualdades no van a desaparecer, pero debemos evitar poner el dedo en la llaga, por consideración a los más pequeños que se sentirán condenados a la pobreza y al menosprecio por ello.

Lo más mágico que puede darse entre los humanos no son regalos materiales, sino el respeto, la empatía y el reconocimiento de unos hacia otros sea cual sea su condición socioeconómica. En esto podríamos reconvertir el día seis de enero, en una festividad colectiva y popular donde se ensalce el valor como humanos de todos, y vivamos una suerte de fiesta en la que la desigualdad esté llamada a desaparecer.

PD: Me interesaba destacar la experiencia dañina que es para muchos niños esta festividad. El festín capitalista merece una serie de artículos, a parte.

https://blog.laminasyaceros.com/blog/el-origen-de-los-reyes-magos

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