El deseo o la imposibilidad incansable.

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Deseamos por carencia, no de tener, sino de ser. El motor de la existencia es el deseo, si este aspirase a tener posiblemente su fuerza se debilitaría hasta desaparece. De ahí que, siendo la falta de ser lo que nos mueve, lo que deseamos, la existencia queda garantizada por la imposibilidad de completar esa carencia. Y esto porque, según Lacan, somos animales atravesados por el lenguaje, encapsulados por lo simbólico, pero en ese decir del otro que nos permite adquirir el lenguaje, hay algo que siempre queda fuera, aquello que no puede ser dicho o simbolizado. Esa es la carencia nuclear que hay que asumir para seguir deseando algo que ni tan siquiera sabemos qué es, pero que está -o es el no estar- en lo más primario que fuimos, y cuya falta no nos pasa desapercibida, aunque no podamos decirla, o más bien, precisamente, porque no podemos simbolizarla, queda fuera de todo significante.

Esta comprensión del deseo es sugerente porque como humanos nos impele a reconocer que nuestro límite se halla en el origen mismo, y que a partir de ahí debemos lidiar con la insatisfacción de la imposibilidad de ser con plenitud. Lo problemático, que surge una vez somos conscientes de nuestra carencia básica, es armarnos como sujetos que emergen de la mirada lingüística del otro y buscan, desean hallar su propio deseo. El cual, sea como fuere, siempre estará bajo la sombra de algo que quedó atrás y que nunca sabremos qué es.

Sin esta quimera, tal vez ya estaríamos muertos.

Plural: 2 comentarios en “El deseo o la imposibilidad incansable.”

  1. Sería bueno un planteamiento más amplio desde diferentes cabezas pensantes ya que el tema se las trae .. “dos cabezas piensan mejor que una” no sé quién dijo. Muy buena la reflexión, dentro del espectro del deseo humano, con/sin químicos y relativizado (carente) en divergentes diferentes (disciplentes e indisciplentes) “deseares” .
    Buen fin de semana 🌷

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