Hay una burbujeante demanda interna, y alguna externa, de borbotear cuanto sé que he vivido. Y, lo sé, porque lo siento, lo llevo grabado -para bien y para mal- en las conexiones neuronales que esas experiencias surcaron en mi cerebro. A veces, nos consideramos demasiado importantes; necesitamos un golpe de lo real para redescubrirnos continuamente
