Mi mente se va convirtiendo progresivamente en un cementerio de ideas, conocimientos y montones de libros leídos. Mueren con el paso del tiempo y restan como parásitos de los que no puedo extraer provecho alguno. Como estuvieron en mi mente, creo que siguen allí pero ya inánimes. Es una necrópolis, una ciudad de muertos, que
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Regalar un libro y una rosa, se me antojan como una ofrenda para cultivarse de elegancia, afecto y cordialidad. Nunca asumí la separación de una dádiva y otra en función del género, porque las mujeres también tenemos derecho a la cultura y los hombres a la sensibilidad. De esta forma, puedo prescindir de una rosa
