Hay batallas que se lidian en la mente bajo el inoportuno martilleo de una amalgama de ideas inconexas. La presión externa posee tal intensidad que nos mantenemos ateridos, casi inertes ante la posibilidad de una implosión que esparza nuestros sesos por doquier. Ante tal circunstancia, refugiarse en el lecho con Morfeo, auxiliados acaso por algún
