Siempre puede recurrirse a formas poéticas para referirnos a los hechos más profanos de la existencia. Las musas son imaginarios colectivos que legitiman la habilidad y tenacidad de los que saben escribir y justifican la incapacidad de los que no, como si todo el mundo estuviera obligado a ser excelente en todo. Personalmente, me halle
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Quizás a estas alturas Bob Dylan aún se pregunte si hay alguien en forma de escritor que se llame como él, porque ni el conjunto de las letras de sus canciones constituyen una obra poética merecedora del Nobel, ni su música ninguneada por ese enaltecimiento de la palabra, es un ornamento secundario en su obra.
La autoestima, el coraje y la decisión son claves en el proceso de actualización de lo que uno quiere ser –que en ocasiones se conforma también por lo que uno hace- El sofá como receptáculo de una apatía desconsolada no es el síntoma dela pereza sino de la convicción de la propia miseria e incapacidad.
Quien deja el rastro gráfico a través del lenguaje de su devaneo mental pretende que esa pieza –tal cual esta- sea leída autónomamente, sin más datos; como sobre si había entrado ya el calor, llovía o el corazón no bombeaba a buen ritmo, cuando fue creada. De momento, no soy ninguna efeméride, por lo que
Si al escribir, el poeta, el filósofo, el literato,… zanjaran toda distinción entre su yo escribiente y su yo biográfico, o tal vez diríamos existencial, nada, de los vertido desde esa mente única, sería de interés. Hay quien confunde y reduce el primer nivel al segundo, fusionando lo escrito con el escritor. Por otro lado